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Curioso Empedernido

El gran reto

En la escenografía política intentan minimizar el error a toda costa y maximizar la posición, sin tener cultura política y mucho menos de Estado

Uno  de los grandes retos que se plantea la sociedad actual es la recuperación de la confianza en la política y en los políticos, y que quienes se dedican al servicio público estén más pendientes de nuestros problemas y de hacernos la vida mejor que de sus asuntos. 

Muchas personas con inquietudes políticas, por diferentes razones, no se sienten atraídas por la militancia y prefieren actuar y desarrollar su tarea en movimientos sociales, que no deja de ser otra manera de hacer política. Sobre todo desde una posición de izquierdas, no se puede entender la militancia sin un activismo social.

En las dos últimas décadas, internet y las redes sociales están cambiando la forma de hacer política. Hay por tantos otros elementos que debemos tener en cuenta, porque existe una nueva cultura del activismo político, que  es necesaria más democracia interna en las organizaciones políticas, más debate y más participación. 

Desde el inicio de la democracia la izquierda ha estado diversificada en varias opciones, fundamentalmente entre PSOE  e Izquierda Unida, antes PCE, que ahora es UNIDAS PODEMOS, mientras que todo desde el centro a la derecha estaban bajo las siglas del PP, hoy fracturada junto con CIUDADANOS y VOX.

Creo que puedo decir, sin temor a equivocarme, que uno de los partidos con mayor tradición democrática es el PSOE, en la que en su ADN, no solo por sus 140 años de historia, sino por su metodología, en la que el principal protagonista es el militante y su objetivo fundamental es la apertura a la sociedad.

No se pueden dar respuestas eficaces si perdemos la perspectiva que estamos en una sociedad globalizada, tampoco podemos olvidar el poder de las nuevas tecnologías y la digitalización, la necesidad de abordar el cambio climático que ya nadie, con rigor científico, discute.

Y en este sentido resultan fundamentales tres cuestiones. En primer lugar la sostenibilidad ecológica, absolutamente necesaria para sostener los desarrollos de las ciudades, la igualdad de género y el fortalecimiento de  la democracia, y para ellos hemos entender que el principal capital de cualquier político está en su credibilidad. 

Vivimos momentos muy difíciles, en los que están en crisis los valores, en los que estamos en situaciones de cambio y transición en cuanto a la comunicación, y la personalización de la política en los liderazgos, además de manipular las emociones para convertirlas en el motor de la masa electoral.

Estamos asistiendo a ejercicios de transformismo extraordinario, en los que resulta más inquietante y peligroso el capitalismo sin corbata, el que sostiene lo mismo y lo contrario, el que se camufla para no parecer algo impuesto o una marca, pero realmente lo es.

En la escenografía política intentan minimizar el error a toda costa y maximizar la posición, sin tener cultura política y mucho menos de Estado, e infundiendo miedo, disgusto, contrariedad, enojo, furia y aparentando que no son de este mundo entre lo que dicen y lo que hacen.

No abunda en el consumo de la realidad, entre noticias políticas, terrorismo, desastres naturales  o leyendas urbanas, el sentido común, y sin embargo impera la desconfianza racional, las contradicciones y las incongruencias.

Algunos líderes, se mueven en la banalidad de la sociedad del espectáculo y la banalización del consumismo, vendiéndose como si fueran un producto. La importancia no está en asistir a lo que sucede sino en hacerlo suceder

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