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Concierto de Año Nuevo con castañuelas y pandereta

El Concierto de Año Nuevo de la Filarmónica de Viena, bajo la batuta del austríaco Welser-Möst, entusiasmó ayer al selecto público del Musikverein con un programa en el que hubo castañuelas y pandereta, reflejo de la fuente de inspiración que supuso España para los compositores austríacos del siglo

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  • Conicerto de Año nuevo -
El Concierto de Año Nuevo de la Filarmónica de Viena, bajo la batuta del austríaco Welser-Möst, entusiasmó ayer al selecto público del Musikverein con un programa en el que hubo castañuelas y pandereta, reflejo de la fuente de inspiración que supuso España para los compositores austríacos del siglo XIX.

Fue la primera vez que Welser-Möst, de 50 años y actual director general musical de la Ópera Estatal de Viena, dirigió este famoso espectáculo que cada primero de enero ven decenas de millones de personas en todo el planeta, esta vez transmitido en vivo y diferido a más de 70 países.


“No tengo tendencia a ser un gran caballo de circo”, había advertido Welser-Möst a la prensa antes del concierto.
Con un estilo austero y templado, el maestro nacido en la ciudad de Linz, en Alta Austria, se adhirió al cien por cien a la línea más tradicional de este concierto, centrado en los valses, polkas y marchas de la dinastía de los Strauss y sus contemporáneos.

Es tan amplio y rico el legado de esos artistas, considerados los predecesores de los actuales músicos pop, que los filarmónicos consiguen ofrecer cada vez algunas piezas que no se habían oído en la historia de este evento, cuyo origen se remonta a 1939.

Entre las mismas destacaron, en la primera parte, Amazonen Polka o Debut Quadrille con la que Johann Strauss hijo se presentó por primera vez al público en 1844, en el Casino Dommayer de Viena, con apenas 19 años, antes de pasar a la historia como el rey del vals.

En la segunda parte los filarmónicos rindieron honor a España como país que “siempre ha fascinado a los músicos austríacos”, aseguró el presidente de la orquesta, Clemens Hellsberg.

Las giras de los Strauss por la península Ibérica inspiró al rey del vals para componer la Marcha Española (op.433), y a su padre el Cachucha-Galopp (op. 97), obligando a los percusionistas de la orquesta a aprender a tocar las castañuelas.

Además de estas dos obras que reflejan el carácter hispánico, los filarmónicos interpretaron también, con pandereta, la danza gitana, del ballet La Perla de Iberia, de Joseph Hellmesberger.

También Hungría, que asumía ayer la presidencia rotativa de la Unión Europea (UE), estuvo presente en el Csárdás (baile magiar) de la ópera cómica Ritter Pasman, de Johann Strauss.

Y con el primer vals Mephisto de Franz Liszt, este concierto abrió el año de jubileo de ese compositor húngaro, pues en 2011 se celebra el bicentenario de su nacimiento.

Como todos los años, el concierto concluyó con la Marcha de Radetzky, acompañada por las palmas del público, dirigidas por Welser-Möst.

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