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Patio de monipodio

¡Buen viaje sin alforjas!

Nadie pensó entonces que un gobierno progresista, dispuesto a romper la eterna deriva tradicionalista-conservadora, era lo que necesitaba el Estado

Publicado: 17/11/2019 ·
22:25
· Actualizado: 17/11/2019 · 22:25
Autor

Rafael Sanmartín

Rafael Sanmartín es periodista y escritor. Estudios de periodismo, filosofía, historia y márketing. Trabajos en prensa, radio y TV

Patio de monipodio

Con su amplia experiencia como periodista, escritor y conferenciante, el autor expone sus puntos de vista de la actualidad

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Es que, en realidad, no hacía falta ninguna para después de un viaje de cinco meses seguir en el mismo sitio. Si no fuera porque todos estamos más que convencidos de que a los partidos políticos españoles, a todos, sólo les mueve el más ferviente deseo de servir a su pueblo (no se rían, por favor, que esto es muy serio. Esto es demasiado serio para tomárselo a chanza). Pensaríamos que los hilos de la política hispánica no están movidos desde el Parlamento. Ni desde La Moncloa, ni siquiera desde las sedes de los partidos, que ya sería grave porque en este caso también sobran las alforjas, pues si la decisión está en las sedes al menos podríamos ahorrarnos los más de quinientos sueldos de sus Señorías, diputados y senadores. Menos necesario es el bagaje si, como se dice ya “vox pópuli”, quien manda no está en ninguno de los edificios mencionados, sino en otros, en sendos despachos desde donde se despacha el número de bancos que deben quedar, quiénes pueden subsistir, qué empresas cerrarán, cuánto pagarán los sufridores españolitos por encender la luz y calentarse en invierno. Y todo eso.


Y todo eso requiere dominar el cotarro, mandar en quienes mandan. Vamos a recordar a Cruz y Raya (creo que eran ellos) y la “palabra prohibida” de su sketch. Si “alguien” maneja los hilos para que “alguien” dé la cara, para que las grandes empresas y los bancos ganen más a costa de que la inmensa mayoría gane menos, entonces se explicaría este trasiego de nervios y este hacer ahora, ya capidisminuidos, lo que podían haber hecho hace cinco meses. Y lo que nos habrían ahorrado, que no es moco de pavo. Es una pavada, eso sí, que dirán en Suramérica. Pero pavada. ¡Vaya papelón!.


Así que primero el uno ofrece para que no acepten según dijo después de romperse la negociación y el otro exige para que no le concedan, según pudo verse en el puro agarre de una pata del sillón de la que no quería desprenderse, porque los demás sillones le parecían pequeños para su “alcurnia”. Qué viveza. ¡Qué nivel! Nadie pensó entonces que un gobierno progresista, dispuesto a romper la eterna deriva tradicionalista-conservadora, era lo que necesitaba el Estado. Ni pensó nadie que tres ministros y un vicepresidente de verdad interesados en imprimir un cambio serio, eran suficientes para forzar un cambio progresivo, que tampoco se puede querer todo de un solo golpe ¡Que buenos golpes tienen los chavales! Vamos, de apoteosis. Lo mejor de todo es que se enteren que un país, un Estado, una nación necesita hombres (o mujeres) de Estado, más, mucho más que mujeres (u hombres) de gobierno. Que gobernar es muy fácil, sobre todo si una mano invisible dirigiera la política desde el más allá. (Desde más allá de La Moncloa). Lo difícil es gobernar bien, gobernar para la mayoría, para el bien del Estado, aunque no tanto para el bien de quien tiene los hilos. Que, salvando las distancias, casi, casi han vuelto a ser “dueños de la vida y la hacienda” de sus deudos. Porque gracias a las hipotecas rehipotecadas por los bancos a supuestos “inversores”, poca gente queda no endeudada… En fin, si por fin llegan a un acuerdo al que podrían haber llegado hace cinco meses, es que “alguien” habrá aflojado los hilos. 

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