Ventas a pérdidas

Publicado: 11/02/2020
Autor

Rafael Fenoy

Rafael Fenoy se define entrado en años, aunque, a pesar de ello, no deja de estar sorprendido cada día

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Esto requiere cambios radicales en la legislación mundial del libre comercio, porque la destrucción de los ecosistemas consiste siempre se vender a pérdidas.
¿Ventas a pérdidas? ¿Una gran superficie quiere perder dinero? Puede hasta regalar algo que ya lo cobrará en la venta de otros productos. En el fondo compre 2 y pague 4. Nadie vende a pérdidas, ya que las grandes plataformas utilizan el abaratamiento de muchos productos, como reclamo para poder obtener grandes beneficios por la venta de otros. “Las grandes siempre ganan”.

Sin embargo, la situación de los pequeños agricultores es insostenible. Parece evidente que el sector está perdiendo su proverbial paciencia. También es un signo de los tiempos el que en lugar de procesiones rogatorias al santo, o la virgen de turno, para que intercedan en sus desgracias, las gentes del campo se manifiesten con mayor o menor contundencia. Exigiendo, no rogando, a los gobiernos de turno que tomen decisiones que les ayude a salir de la ruina que les queja. ¿Alguien se acuerda de las agitaciones campesinas estudiadas por Juan Díaz del Moral?

Los grandes propietarios agrarios se consuelan con las subvenciones que reciben de la PAC, (Política Agraria Común). Al menos tres de los siete andaluces que figuran en la relación de personas más ricas de España, según la revista Forbes, ocupan los primeros puestos del ranking de percepción de esas ayudas: la Casa de Alba, Los Mora Figueroa, y La familia Osuna (de Inmobiliaria Osuna). Conviene leer el interesante informe sobre la última reforma de las ayudas agrarias europeas que lleva el sugerente título: ¿Cambiar todo para que todo siga igual?, del profesor del Departamento de Geografía Humana. Universidad de Alicante, José Antonio Segrelles Serrano.

Toda la política agraria de Europa se basa en la ideología neo liberal y el culto a la libertad de mercados, donde sólo las grandes corporaciones hacen su agosto, imponiendo la ley del más fuerte, contraria siempre a los intereses de los pueblos. Cuando se defiende la libre circulación de mercancías y el abandono de las políticas proteccionistas, se pretende inundar los países con productos agrarios más rentables para las multinacionales. Estos productos lo genera el trabajo (ese sí cautivo) de millones de agricultores que en el extranjero están sujetos a las regulaciones o desregulaciones laborales del momento.  

La gran crisis agraria que España, en particular padece, en todo el mundo se está viviendo, es consecuencia directa del neoliberalismo que garantiza que se hagan negocios sin reparar en los daños que la “extorsión” de los intermediarios causa a los pequeños agricultores. La solución pasa por proteger los precios y la calidad de los productos que llegan al consumidor, garantizando que no se importarán productos que no provengan del comercio justo y respetuoso con el medio ambiente, aunque eso no convenga a las multinacionales. Esto requiere cambios radicales en la legislación mundial del libre comercio, porque la destrucción de los ecosistemas consiste siempre se vender a pérdidas.

Fdo Rafael Fenoy

 

 

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