Rosa María Mateo asumió provisionalmente la administración única de RTVE... hace dos años. Se ha negado en reiteradas ocasiones a dimitir pese a que el ente público es una ruina en términos económicos. Además, con Mateo al frente, las audiencias se han hundido en televisión, pasando de cifras de dos dígitos a situarse por debajo del 10% de share. La radio no corre mejor suerte. Durante la pandemia, RNE perdió 188.000 oyentes y, en términos absolutos, reúne junto al aparato a tres veces menos de seguidores que Cadena Ser y Cope. El sectarismo es marca de la casa desde su desembarco en la dirección. Solo en agosto, por poner un par de ejemplos, los informativos de RTVE no informaron sobre el fichaje por parte del Instituto de Empresa de Begoña Gómez, mujer del presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, ni de los pitidos y silbidos con los que fue recibido en Sanlúcar.

La penúltima jugarreta de la dirección de TVE fue esta Nochevieja. Pese a anunciar el día anterior, a través de un comunicado, que incluiría la actuación de Nacho Cano en la Puerta del Sol durante la emisión de las Campanadas conducida por Anne Igartiburu y Ana Obregón, finalmente no lo hizo. Sin embargo, la cadena ha explicado a Vertele que “su intención nunca fue emitir concierto al completo, sino mostrarlo solo durante unos segundos porque, defienden, la emisión era para recibir el nuevo año y no para ofrecer la actuación de Cano”.

Las excusas no son muy convincentes y recuerdan, con el desmentido a su propia nota oficial, al estilo de Pedro Sánchez cuando se defendió sobre las acusaciones de plagiar su tésis o las versiones diferentes del ministro Ábalos sobre su encuentro con la ministra venezonala en de Barajas de madrugada.

Es inevitable pensar, conociendo la calaña de quien dirige RTVE, que no entusiasmaba demasiado promocionar una iniciativa promovida por el Ayuntamiento de Madrid, con el popular Martínez Almeida al frente, en homenaje a las víctimas de la pandemia porque deja en mal lugar a un Gobierno que ni tan siquiera reconoce al número real de muertos por coronvirus. Que Cano sea creyente y además, según informa ABC, portara el crucifijo de uno de los siete capellanes que dio apoyo espiritual e incluso la unción a los enfermemos que así lo quisieron en el Hospital de Ifema, tampoco debe ayudar a que caiga mejor en TVE, donde las fobias a los símbolos de cualquier cosa que no sea su concepto de nueva España, y que encarna, de acuerdo a Pablo Iglesias, el hasta ahora británico James Rhodes, icono progresista, le produce urticaria. Durante la misma retransmisión, una enorme maceta de flores, ubicado entre Ana Obregón y Anne Igartiburu ocultaba la enorme bandera de España proyectada sobre la fachada del Ayuntamiento.

Mateo suma de esta manera nuevos méritos para que PSOE y Unidas Podemos la mantengan al frente de su cargo. Pero también nos recuerda una vez más por qué pierde audiencia de manera constante: al menos media España no se reconoce ya en su televisión.