La Organización Internacional del Trabajo cifra en 168 millones los niños que trabajan en todo el mundo, menores que en su mayoría tienen entre 4 y 15 años de edad. Casi la mitad está desempeñando tareas peligrosas y se cuentan más de 8,5 millones en situación absoluta de esclavitud. Generaciones enteras de mano de obra barata, silenciosa y a menudo silenciada, que trabaja en condiciones ilegales, insalubres y degradantes dinamitando sus opciones de futuro.
Este domingo 12 de junio se celebra el Día Mundial contra el Trabajo Infantil, y la OIT ha centrado el tiro este año en las cadenas de producción y suministro, de la agricultura a la manufactura pasando por los servicios de la construcción, áreas sensibles donde puede estar presente el trabajo de los niños.
El propio director de la OIT ha explicado esta semana que si bien son muchas las grandes compañías que toman medidas para evitar la presencia de niños en sus cadenas de suministro globales, gran parte del trabajo infantil se da en líneas de suministro para consumo local y nacional, problemática que tiende a ser ignorada, como explican en la Plataforma de ONG de Infancia.
Ya sea en estas cadenas de producción o en otros ámbitos, hay más niños de los que se pueden contar cuyo día a día consiste en "sobrevivir a las amenazas físicas, la violencia sexual o la pobreza crónica dentro de una familia endeudada", como denuncian en Save The Children.
Niños que realizan largas jornadas de trabajo a cambio de muy poco o nada y son considerados como un objeto por parte de sus empleadores, quienes los humillan, los someten a abusos o los venden para que vuelvan a ser explotados. La ONG habla de 8,5 millones de niños esclavos en todo el mundo.
Ellos son los más vulnerables de esta pirámide que enriquece a industrias como la agricultura, la minería o el textil. Son niños en su mayoría comprados y vendidos para ser explotados sexual o laboralmente, niños forzados a trabajar para afrontar la deuda de sus mayores, obligados a enrolarse con un grupo armado o 'secuestrados' realizando tareas domésticas en condiciones de esclavitud.
Niñas como Nuha, de 14 años, que para ayudar a su abuela trabajaba en casa de una familia donde limpiaba y fregaba sin opción a ir al colegio. Son las 'Petites Bonnes', chicas de 15 años o menos que se emplean en hogares de Mauritania, donde donde el 42 por ciento de la población vive bajo el umbral de la pobreza. Tierra de Hombres, que tiene un proyecto con estas niñas desde 2009, denuncia que la explotación laboral de los menores allí está presente desde hace siglos.
"El trabajo doméstico era una práctica frecuente realizada por las hijas de familias de esclavos y aunque la esclavitud tradicional está abolida, no hay muchos cambios en la mentalidad de la población, por lo que la domesticidad se perpetúa en condiciones de semi esclavitud, donde las niñas trabajadoras ven vulnerados la gran mayoría de sus derechos fundamentales", dice el director de proyectos de la ONG en España, Manuel Macía.
En términos globales, las niñas, víctimas preferentes de la trata con fines de explotación sexual, son menos que los niños en el trabajo infantil: 99,8 millones son chicos frente a los 68,2 millones de chicas que se cuentan en el mundo. Sin embargo, como recuerda Save The Children, ellas empiezan a trabajar más pequeñas, cobran menos y no pueden renunciar a los trabajos domésticos que por su género, se les atribuyen.
Los niños se ven en las fábricas de ladrillo de la India, en las minas de Benín o en los campos de refugiados sirios en Líbano y Jordania donde, conforme ha contrastado la ONG de infancia, los menores desplazados "están pagando un alto precio debido al conflicto y están trabajando en condiciones peligrosas que ponen en riesgo su salud y bienestar". En tres cuartas partes de las familias que quedan en Siria, los niños aportan ingresos.
En Jordania, la mitad de los niños refugiados sirios mantienen a sus familias ya sea de manera individual o trabajando con otro pariente. En El campo de refugiados de Za'atari, 3 de cada 4 niños que trabajan tienen problemas de salud por culpa del trabajo y un 22% de los niños que se ven forzados a trabajar informalmente en la agricultura han resultado heridos, con los datos de Save The Children.
"Detrás de las cifras hay infancias que han dejado de serlo. Niños y niñas que realizan trabajos que no les corresponden", añade la portavoz de Misiones Salesianas, Ana Muñoz. Incide en que "un niño alejado de su familia, al que maltratan, es un trabajador silencioso y obediente porque no conoce sus derechos ni tampoco otra realidad".
Esta ONG ha sido testigo de niños de 8 a 14 años rescatados por la policía en Delhi (India), que trabajaban 15 horas diarias en una fábrica por un plato de comida. De hecho, a 60 kilómetros de la capital hay cerca de 500 hornos donde no es extraño ver niños de corta edad trabajando como "expertos albañiles", como relata Kollappalliyil Thankachan, misionerio salesiano en la región.
"La infancia no debe ser escondida bajo una nube de humo negro. El sueño de un niño es pasar el tiempo en un lugar donde haya paz y alegría, donde pueda aprender y disfrutar. Sin embargo, en algunos casos, esto se ve perturbado por la codicia y actitudes inhumanas", denuncia.