La erupción que comenzó hace un año en La Palma cambió la vida de muchas personas, como la del párroco de Los Llanos de Aridane, Alberto Hernández, que perdió la iglesia de Todoque -junto al resto del barrio- y al cura del municipio del El Paso, Domingo Guerra, a cargo de la iglesia de Tajuya, lugar de visión directa de la destrucción del volcán.
Durante estos últimos doce meses, la vida de estos sacerdotes ha ido mucho más allá del oficio religioso. Sus parroquias se han convertido en lugares de encuentro de antiguos vecinos que están repartidos por la isla y se han implicado en la reconstrucción de sus barrios y comunidades.
El día de la erupción, el 19 de septiembre de 2021, Domingo Guerra se disponía a oficiar un funeral fijado para las 15:20 cuando comenzó a agrietarse la tierra y a brotar lava por la fisura creada.
“Se quedó en 'en el nombre del padre', no pude terminar la frase", recuerda Guerra, "salí fuera de la funeraria y desde El Paso le saqué mi primera foto al volcán". En ese momento, el párroco no sabía que vendrían muchas más, desde la pequeña iglesia de Tajuya, junto a todos los que acudían para ver el avance de la lava.
Por su parte, Alberto Hernández se encontraba "tranquilamente" en un cumpleaños familiar en Puerto Naos, cuando comenzaron a sonar los móviles prácticamente al unísono y vio la playa de este núcleo turístico vaciarse en menos de dos minutos.
"Ese caos del primer momento nos puso en sobreaviso de lo que se iba a venir", comenta Hernández.
Para el párroco de Los Llanos de Aridane, los siguientes días fueron los más difíciles, ya que tan solo una semana después de la erupción, los ríos de lava se llevaron el barrio de Todoque, iglesia y campanario incluidos, y el 12 de octubre fue desalojado de su vivienda parroquial en La Laguna, amenazada por las coladas, aunque al final no llegaron a ella.
Alberto Hernández pudo reabrir la iglesia de La Laguna el pasado 15 de mayo, tras realizar los trabajos de acondicionamiento y limpieza para retomar el culto, en un espacio al que ha ido añadiendo símbolos e imágenes que representen a la comunidad del barrio de Todoque, creando un lugar de unión en el barrio más cercano.
"Todoque está aquí", dice Hernández, refiriéndose a la parroquia de San Isidro Labrador en La Laguna. "Aquí están sus imágenes, sus elementos y sus vecinos, y eso ayuda a mantener la identidad propia de barrios que, aunque ya no existen geográficamente, pueden encontrar aquí su pequeño reducto con la imagen de su patrón".
El transcurso de la erupción, para Domingo Guerra fue distinto: él se convirtió en el anfitrión de Tajuya y mantuvo su iglesia abierta durante 107 días continuados, día y noche, desde el momento de la erupción, como lugar de descanso y refugio de las lluvias de ceniza que caían en la plaza, que se convirtió en un plató de televisión con el volcán de fondo.
Gracias a los donativos recogidos en la iglesia, tanto durante la erupción como en los meses venideros, se han podido rehabilitar dependencias parroquiales en las que a día de hoy se alojan catorce personas afectadas por la erupción del volcán.
En estos días, los sermones que da Domingo Guerra en cada oficio, van enfocados a levantar los ánimos de los fieles y motivarlos a luchar por su futuro.
"Yo me propuse animar a la gente, el futuro tenemos que construirlo las personas siendo protagonistas, contando con ayudas, que bienvenidas sean, pero tenemos que afrontar ese trauma y seguir para adelante con ilusión y con esperanza", defiende el párroco.