La técnica de los orfebres sevillanos del Barroco se preserva en Mompox, un pueblo del Caribe colombiano donde una escuela de artesanos produce auténticas obras de arte en filigrana de oro y plata de renombre mundial.
El arte de los maestros sevillanos fue transmitido de generación en generación y es parte de la oferta de la Fundación Escuela Taller de Mompox, que se especializa en la formación en oficios tradicionales relacionados con el patrimonio local, como la alfarería, la ebanistería, la cocina y especialmente la orfebrería.
"Actualmente hay 14 estudiantes que aprenden la orfebrería durante un año. La idea es que ellos salgan de aquí sabiendo todo y que cuando salgan puedan trabajar la técnica de la filigrana", dijo a Efe el profesor Josimar Pedrozo.
La filigrana está íntimamente ligada a la historia de Mompox, un pueblo que forma parte del Patrimonio de la Humanidad de la Unesco y que en el período de la Colonia fue el principal puerto intermedio para la navegación por el río Magdalena entre la costa Atlántica y el interior del país.
Sus estrechas calles están llenas de caserones coloniales, muchos de ellos convertidos en hoteles, y abundan las joyerías con taller propio en el que artesanos trabajan con delicadeza hilos de oro y plata a la vista del cliente.
"El Siglo de Oro para Mompox fue el siglo XVIII", explica a Efe el coordinador académico de la Escuela Taller, Jimmy Alvarado, ya que en esa época "llegó a ser la tercera ciudad en habitantes de la Nueva Granada" por su privilegiada posición como puerto fluvial.
En Mompox se centralizaba entonces el comercio del virreinato y "todos los productos que salían de la Nueva Granada para Europa y los que venían de Europa para la Nueva Granada se almacenaban" en esta ciudad fluvial.
"Con ello comienza a acumularse en Mompox todo el oro que se encuentra en las minas cercanas" y es cuando los españoles deciden traer orfebres sevillanos que introdujeron técnicas para trabajar metales nobles, como el repujado y la filigrana, que perduran hasta hoy, explica Alvarado.
La célebre escuela de orfebrería de Sevilla se desarrolló entre los siglos XIII y XVIII, de manera que cuando los artesanos llegaron a Mompox trajeron consigo un manejo exquisito del oro y la plata.
Maestros y alumnos de la Escuela Taller, que es una fundación sin ánimo de lucro de la Gobernación del departamento de Bolívar, la Alcaldía de Mompox y el Ministerio de Cultura, aprenden a fabricar aretes, pendientes, anillos, brazaletes, pulseras y cualquier joya en oro y plata con hilos hasta del grosor de un cabello humano.
El proceso comienza con la fundición de los gránulos del metal para transformarlo en pequeñas barras que luego son estiradas hasta obtener el grosor deseado para la pieza que se va a producir.
De esta forma, el maestro artesano puede elaborar cualquier figura y complementarla con una decoración que más parece un bordado hecho con hilos de oro o plata, un trabajo minucioso y preciso que muchas veces requiere del comprador el uso de una lupa para observar el detalle de la pieza.
Por su carácter patrimonial, Mompox recibe anualmente la visita de miles de turistas de Colombia y del exterior, con lo cual su refinada joyería tiene cada vez más fama en el mundo.
"Es muy reconocida la técnica", afirma Pedrozo, quien recuerda que tras concluir su formación, en 2007, obtuvo una beca para estudiar dos años más en Madrid donde su trabajo fue muy apreciado porque la filigrana de los orfebres momposinos es toda hecha a mano, mientras que en España está más industrializada.
Pese al prestigio de la filigrana, Alvarado afirma que el oro ya no se trabaja tanto como antes por cuestiones de seguridad, con lo cual "el arte de los momposinos se está orientando hacia la plata", pero no dejan de producir piezas doradas o de oro blanco, que es una aleación con paladio, o rosado, producto de una mezcla con metales menos nobles, como el cobre.