El Museo de Bellas Artes de Sevilla expone de manera singular, desde el 20 de junio hasta el 22 de octubre, el cuadro de Francisco de Zurbarán 'Cristo Crucificado Muerto' después de un proceso de restauración en los talleres de la propia pinacoteca. 'Cristo Crucificado Muerto', pintado por Zurbarán entre 1638 y 1640, es un lienzo tenebrista donde la nítida sombra que, tanto el Cristo como la cruz, proyectan sobre el fondo monócromo potencian la sensación de imagen escultórica y la dotan de espiritualidad. La pintura pertecece al museo desde su creación (1835).
En 'Cristo Crucificado Muerto' Francisco de Zurbarán otorga todo el protagonismo al momento de la muerte. La potente luz sobre el cuerpo desnudo acentúa el carácter trágico de la escena y favorece su apariencia tridimensional; su acusado tenebrismo, de clara ascendencia caravaggiesca, contribuye a crear esta imagen ideal de Jesús; la presencia de sangre es casi testimonial y la figura parece reposar sin esfuerzo en el supedáneo sobre el que descansan los pies. Según un comunicado, el pintor presenta la muerte en la cruz de manera simbólica, mística --como ha señalado en ocasiones la crítica--, moviendo al que contempla la escena no al temor sino a la piedad.
Como en otros de sus crucificados Zurbarán concentra todo el dramatismo y sentido religioso del momento en detalles anatómicos, como la cabeza, los pies o las manos. Ese detallismo descriptivo se refleja en el paño, que destaca en sus composiciones por su luminosidad y su estudiado dibujo. Precisamente el análisis de estos detalles pictóricos evidencian la posible participación de colaboradores en este lienzo, pues alguno de sus fragmentos no alcanza la perfección presente en otros crucificados.
RESTAURACIÓN
La pintura, perteneciente al museo desde su creación en 1835, ha sufrido en sus más de trescientos cincuenta años de existencia diversos avatares, por lo que se hacía necesaria su restauración. El tratamiento lo han realizado los restauradores Fátima Bermúdez-Coronel y Javier Chacón y ha sido de carácter integral. En una primera fase se ha combinado el informe técnico y el estudio fotográfico realizado con distintas fuentes de luz (normal, rasante, ultravioleta), junto a fotomacrografías y fotomicrografías, además del estudio radiográfico completo de la obra y análisis químicos para determinar los pigmentos, cargas, aglutinantes y barnices que componen el estrato pictórico.
Para el tratamiento sobre el soporte, dada su fragilidad y los múltiples añadidos y deformaciones que presentaba, ha sido necesaria una forración con un nuevo tejido de lino que aportara consistencia a la tela original y consolidara los estratos pictóricos. Con posterioridad se procedió a retirar los numerosos repintes y estucos desbordantes realizados en antiguas intervenciones, que se encontraban alterados y oscurecidos así como los barnices oxidados, todo lo cual falseaba la apariencia visual de la obra.
Las fases siguientes: estucado, reintegración cromática de lagunas en la capa pictórica y protección final con barniz, han dado a la obra su aspecto actual, próximo a su concepción original, que permite apreciar en toda su integridad la calidad pictórica de este interesante lienzo de Francisco de Zurbarán.