El pasado fin de semana pasó por Sevilla Zaguán, una formación que aunque hace años que homenajea a la mítica e irrepetible banda Triana, es ahora cuando el gran público está rindiéndose, sin concesiones, a este tributo, el oficial, el más fiel al legado del trío que revolucionó la historia de la música en España, allá por los años finales de la década de los setenta y principios de los 80 y que sigue vigente en el corazón y mente de millones de fieles.
Los dos conciertos, con sendos llenos absolutos, ofrecidos por Zaguán en la sala Malandar el viernes y sábado pasados, han servido para refrendar que este proyecto tiene un futuro esplendoroso y que, sin duda, hará emocionarse a miles de personas en los conciertos que ofrecerán por todo el territorio nacional en los próximos meses.
Cuando suenan los primeros acordes de Sé de un lugar, canción con la que arranca el espectáculo, ya se va impregnando en el publico una emoción contenida, que se dispara una vez que la voz de Miguel Gómez nos teletransporta a un universo “trianero” tan especial que si cerramos los ojos creemos que Jesús ha vuelto a la vida y está ahí, en el escenario ante nosotros.
Una tras otra van encadenándose canciones históricas del repertorio de Triana. Temas como Rumor, Abre la Puerta o Señor Troncoso van sumiendo al respetable en un espectro emocional en el que no es difícil ver alguna lágrima brotar de los ojos, en emocionados rostros que jalean y corean cada una de las canciones. Uno de los momentos más especiales es el que nos lleva a la orilla de El Lago, donde se consigue un inigualable clímax.
No faltó a la cita Sammy Rodríguez, hijo de Eduardo, que abandera la lucha, junto a Zaguán, contra los que llevan años usando el nombre de Triana.
Zaguán no es Triana, ni nunca ha querido serlo, lo que sí ha pretendido, y a fe que lo está consiguiendo, es rendir un sentido homenaje a su música. Quizá por eso, y por la semejanza de la voz de Miguel Gómez con la de De la Rosa y el gran parecido del sonido que crean, es por lo que Eduardo Rodríguez, único integrante vivo de la banda, no ha dudado en aplaudir este proyecto y en avalarlo sin concesiones. Hecho éste nada sencillo pues es conocido por la opinión publica el rechazo frontal que Rodríguez ha mostrado a otras bandas que no sólo se han adueñado de su música, sino también de su nombre. Algo que aunque parece legalmente viable, es muy discutible moral y éticamente.