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Sevilla

Espadas quiere revisar la "sobrerrepresentación" municipal en las procesiones

El alcalde abordará con Asenjo la posible reducción de la presencia institucional en las ceremonias, además del polémico convenio de patrocinio de Santa Catalina

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El alcalde de Sevilla, Juan Espadas, aprovechará su inminente reunión con el arzobispo, monseñor Asenjo, para abordar no sólo el polémico convenio sobre la restauración de la iglesia de Santa Catalina (423.500 euros) que Zoido le obligó a firmar a Emasesa, sino también cómo rebajar el, a su juicio, exceso de representación del Ayuntamiento en las ceremonias de carácter religioso que se celebran en la ciudad.

Juan Espadas ha adelantado su posición sobre lo que entiende como un excesivo peso de los concejales del Ayuntamiento en la procesión del Corpus y en otras ceremonias religiosas en el curso de su participación en el programa El Objetivo, de La Sexta Televisión.

Al referirse a la relación entre las instituciones y la Iglesia, el nuevo alcalde de Sevilla afirmó que “la verdad es que respecto a las tradiciones hay que saberlo situar en un marco institucional. Se puede hablar con mucha cabeza también con la iglesia”. Aunque según Espadas “no sería lógico que desapareciéramos de las ceremonias religiosas”,  matizó  que se puede rebajar “la sobrerrepresentación que puede haber de instituciones de determinadas funciones religiosas”, y mostró su convicción de que “cuando uno está en calidad de alcalde en una ceremonia, tiene que separar su vida privada y sus creencias de su posición ahí”.

La cuestión que plantea Espadas no es nueva, ya que, como el Guadiana, ha aparecido y desaparecido en el debate público en diversas ocasiones desde la restauración de la Democracia, especialmente con motivo del Corpus Christi, tal como reflejan en cada momento los medios de comunicación cuando “se tira de hemeroteca”.

La presencia en la procesión del Corpus desde la llegada de la democracia ha sido una elección personal de cada concejal. El andalucista José Luis Ortiz Nuevo, miembro de la primera corporación municipal (1979) que presidió Luis Uruñuela, recordaba al diario El País  que en los primeros años “fueron hasta los comunistas”. Para el escritor Antonio Rodríguez Almodóvar, candidato socialista en las primeras elecciones y primer teniente de alcalde hasta 1982, entonces estaba “más justificada” la presencia de los concejales de partidos de izquierdas “porque había que demostrar que no había ningún intento de que volvieran las dos Españas”.

A lo que no accedieron todos los concejales de los primeros mandatos fue a vestir de chaqué, el uniforme actual de la representación municipal masculina. Al principio, el protocolo sólo exigía traje oscuro. “Nosotros nos negamos a ponernos chaqué”, aseguraba  Rodríguez Almodóvar, quien rememoraba que el primer alcalde socialista que usó esa prenda fue Manuel del Valle, el cual estuvo al mando del gobierno entre 1983 y 1991.

El chaqué se fue imponiendo y hasta que, según fuentes del Ayuntamiento, el siguiente alcalde, el andalucista Alejandro Rojas Marcos, lo declaró obligatorio en 1992. La asistencia a la procesión es voluntaria, pero quien va ha de vestir chaqué. Además, los hombres llevan fajín, guantes grises (puestos o sujetos en la mano) y la medalla capitular, que también cuelga el cuello de las concejalas que procesionan. Las mujeres deben vestir traje de ceremonia y los tenientes de alcalde, tantos hombres como mujeres, portan bastón.

La Corporación sale a pie del Ayuntamiento camino de la Catedral a las ocho de la mañana del día del Corpus, presidida por el alcalde y encabezada por dos maceros. Delante, abre el paso la banda municipal de música, y detrás, lo cierra una representación de agentes de la Policía Local con traje de gala. Una vez en el templo, los miembros del gobierno se integran en la procesión y cuando ésta completa su recorrido, vuelve en formación hasta el Ayuntamiento.

La procesión del Corpus tarda en pasar de dos a tres horas y el cortejo, según opinión cada vez más extendida, resulta cada año más tedioso por el incremento de participantes. El Ayuntamiento ya planteó durante el mandato de Monteseirín la necesidad de regular la participación en la procesión, pero ya entonces algunos opinaron que  la primera que debería disminuir era la de la propia Corporación municipal. “Va siendo hora de que los representantes de la sociedad civil dejen de ir a las procesiones”, declaró Antonio  Rodríguez Almodóvar, para quien la presencia de concejales en el cortejo puede considerarse hasta una “falta de respeto a la Constitución”.

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