Original concierto, con claros tintes ochenteros, el que podrán disfrutar los sevillanos el próximo 14 de junio en el Estadio Olímpico de La Cartuja. Nacha Pop, Danza Invisible y OBK comparecerán en una de las salas interiores, acondicionada para la música en directo, en el mastodóntico estadio.
Los dos primeros son claros estandartes de la revolución musical que tuvo lugar en esa época en España y en el mundo. OBK, sin embargo, nació justo al comienzo de los noventa, cuando la electrónica comenzó a ganar terreno y ya se empezaban a escuchar en España términos musicales como Techno, Makina o Bakalao.
A mediados del 81 Ricardo Texidó decide desertar de Cámara, la otra banda mítica de la nueva ola malagueña, y comienza a trabajar en un supermercado cercano al local de ensayo de Adrenalina, la primera banda punk de Torremolinos, donde militaban Manolo Rubio (guitarra) y Chris Navas (bajo). Al poco tiempo Ricardo se hace con el doble papel de cantante y batería y es entonces cuando el ya trío decide rebautizarse como Danza Invisible. Poco después, entró a formar parte Antonio Gil en la sección de guitarras. El último en incorporarse al proyecto fue Javier Ojeda, quien sustituyó a Ricardo Texidó como vocalista principal.
Se distinguen dos etapas en su trayectoria musical: la primera se caracteriza por un sonido más alternativo y vanguardista, inspirado en grupos ingleses como Simple Minds o U2, o estadounidenses como Talking Heads o Blondie. La segunda etapa lo hace por un acercamiento progresivo hacia la música negra y caribeña. Danza Invisible fue una de las bandas bandera de la tan cacareada Movida Madrileña.
Nacha Pop es uno de los grandes referentes de la música española y de ese mismo movimiento musical y cultural. Se disolvieron en su mejor momento, tras la publicación del directo Nacha Pop 80-88 (Polydor, 1988), dejando tras de sí un importante legado, grandes canciones que hoy por hoy forman parte de la memoria colectiva de varias generaciones.
La prehistoria del grupo se remonta al 77, cuando Nacho García Vega, Carlos Brooking y Ahmed Belghitti. En aquel tiempo, estudiantes del Liceo Francés forman el grupo UHU Helicopter y, sin ningún tema propio, versionan a los Rolling Stones, Ramones y otros referentes del rock anglosajón. De ahí fueron cabalgando en una carrera llena de éxitos y a recorrer España y sus escenarios.
Corrían los primeros meses de1990, finalizada ya la dorada década de los ochenta, en un tiempo en que los singles todavía tenían dos caras, cuando aparece la avanzadilla de un fenómeno inesperado como muy pocos en la historia del pop español. OBK había llegado y, en contra de resabiados augurios, lo hacían para permanecer.
Aquellos dos muchachos de la localidad barcelonesa de Sant Feliu del Llobregat, que debían su nombre de guerra a una canción de Depeche Mode (Oberkorn) irrumpían en una escena estancada. Pasada la bonanza ochentera, el pop había dejado de cotizar. A la industria sólo parecían interesarle los solistas y al público joven la música mákina o el trance. Paradójicamente fue ese público el primero en fijarse en ellos. Sus ultrasensibles tonadas se colaron en la polémica ruta del bakalao antes que en muchas emisoras. Y para sorpresa de propios y extraños, arrastraron legiones de fans adolescentes con discos de esquivas portadas en las que ni siquiera aparecían.
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