La coreógrafa y bailarina Lisbeth Gruwez y el compositor Maarten Van Cauwenberghe, Voetwolk, unen verbo y movimiento en 'It's going to get worse and worse, and worse, my friend', una pieza que habla del poder de la palabra y del discurso como arma y herramienta de poder para el que la pronuncia, y que llega al Teatro Central de Sevilla este viernes 1 y el sábado 2 de febrero, a partir de las 20,00 horas.
Bailarina con Vandekeybus, Jan Fabre o Sidi Larbi, Lisbeth Gruwez llega al teatro de La Cartuja para ofrecernos una magistral lección de la riqueza comunicativa que puede alcanzar una bailarina que domina magistralmente el gesto. Un espectáculo de danza para desmontar las mentiras neocon.
Lisbeth Gruwez es una bailarina y actriz de largo recorrido. Formada en Parts la mejor escuela de danza contemporánea de Europa, creada por Anne Teresa de Keersmaeker, ha sido requerida por la mayor parte de los coreógrafos de primer nivel para bailar en sus compañías, llegando Jan Fabre a crear un solo de danza pura especialmente para ella. El Teatro Central ya ha podido ver sus dotes interpretativas en la presentación de 'Foi' espectáculo de Sidi Larbi Chekaoui.
En 2007 Gruwez forma su propia compañía y desde entonces hasta aquí no ha dejado de crecer, habiendo llegado con su cuarta producción, este 'It's going...', a despertar el interés de la práctica totalidad del circuito internacional levantando de los asientos al público de todos los teatros más importantes de Europa.
A lo largo de los siglos los discursos ideológicos han empujado a actuar a numerosos grupos ya sea para lo mejor como para lo peor. Solo el poder de las palabras ha conseguido que estallen guerras y revoluciones. Pero un discurso, a menudo, conduce al orador hacia un estado de trance que lo hace perderse en un mar de palabras obsesivo y estático. Lisbeth baila este trance estático, inspirándose en fragmentos del "teleevangelista" americano ultraconservador Jimmy Swaggart.
Al comenzar su tono es amable y pacífico, pero enseguida su deseo compulsivo de persuadir lo hace desesperarse, hasta que finalmente aparece su razón de ser más profunda: la violencia.