A veces da la sensación de que Tim Burton se ha dedicado ya a vivir de las rentas, pero nadie pone en duda de que lo haga fiel a un estilo, a una composición visual que lleva su firma en todo momento y que, cuando menos, supone una experiencia completamente distinta a la de cualquiero otro producto comercial manufacturado por Hollywood. Así, ni La novia cadáver llegaba al nivel de Pesadilla antes de navidad, ni Charlie y la fábrica de chocolate alcanzaba las cotas de fascinación de Eduardo Manostijeras, ni Sweeney Todd alcanzaba un tono medianamente memorable, más allá de su impecable ejecución técnica. Que su regreso a la dirección sea de la mano de la compañía Disney no hace sino prolongar las dudas acerca de su nueva experiencia visual, por mucho que se inspire en el mundo creado por Lewis Carrol y muy perversas y oscuras que sean sus intenciones a la hora de introducir a su Alicia -ahora con 19 años- en el país de las maravillas.

La crítica, por ahora, se encuentra dividida. Los hay que la consideran aburrida y a ratos insoportable, y los que se atreven a asegurar que Alicia en el país de las maravillas cumple todas las expectativas y en algunos puntos las supera, con un espectáculo brillante y preciosista que ofrece lo mejor de un director tan particular que hace parecer nuevo todo lo que toca.

Burton retoma y reinventa la historia con una Alicia ya mayor, de 19 años, a la que han diseñado una vida perfecta en la Inglaterra victoriana, pero a la que la aparición de un ratón blanco vuelve a arrastrar a un mundo de fantasía del que nada recuerda.

Y como un mago, Burton comienza a sacar sorpresas de su chistera en forma de personajes modernizados, paisajes pasados por las últimas técnicas multicolor que ofrecen los programas informáticos y escenas con una enorme potencia visual y cinematográfica.

Colores supersaturados en un inalcanzable abanico cromático, flores y naturaleza imposibles, personajes que caminan entre el surrealismo y lo kitsch con una equilibrada mezcla entre dibujos animados y humanos con aspecto animado y una técnica que hace posibles todos los excesos imaginados por el director.
Pero todo eso no sería suficiente sin el reparto adecuado. Y ese es sin duda el mayor acierto del realizador.
La joven Mia Wasikowska aporta la ingenuidad y fuerza necesaria para un personaje como el de Alicia, que ha tenido muchas caras y que por ello se hacía muy difícil de interpretar.

Johnny Depp saca a relucir su lado más gamberro y, sin caer en el histrionismo, construye un Sombrerero digno de entrar en la galería de personajes más freaks del cine.

Pero por encima de ellos brillan las dos reinas, como no cabía esperar de otro modo en el mundo de las maravillas.

Anne Hathaway es grácil, frágil y etérea, de una blancura casi transparente y un punto atontada, como la buena Reina Blanca.

Y enfrente de ella la gran estrella de este filme. La cabezona Reina Roja, su hermana y enemiga, a la que da vida una Helena Bonham Carter que roba a sus compañeros de reparto cada uno de los planos en los que aparece.
Toda una serie de aciertos que no ocultan sin embargo el punto más endeble de la película: un guión que no está a la altura de la imaginación visual de Burton.

Un filme que desde su estreno en Estados Unidos, hace poco más de un mes, ha recaudado 780 millones de dólares (573 millones de euros), convirtiéndose en la más taquillera de lo que llevamos de año.

El resto de películas:

DESDE PARÍS CON AMOR
James Reece, un empleado del embajador de EEUU en París, tendrá que detener un atentado. Para ello contará con la ayuda de Charlie Wax, un agente secreto.

LA NANA
Raquel, una mujer agria e introvertida, lleva 23 años trabajando de nana para los Valdés. Pilar, su patrona, contrata a otra nana para ayudarla.

NADIE SABE NADA DE GATOS PERSAS
Dos jóvenes músicos que acaban de salir de la cárcel deciden formar un grupo. Juntos exploran Teherán en busca de otros músicos.

RECIÉN GRADUADA
Cuando su plan vital comienza a desenmarañarse, la aspirante a editora literaria Ryden Malby se pregunta si alguna vez estará a la altura de sus propias expectativas

TULPAN
Tras finalizar su servicio militar, Asa regresa a su lugar de nacimiento. Allí viven su hermana y el marido de ésta, dedicados a los rebaños de ovejas.