El impacto de la crisis sanitaria sobre la actividad económica presenta una extraordinaria heterogeneidad a nivel territorial según el análisis del Banco de España publicado esta semana y que fija la caída del Producto Interior Bruto (PIB) en el 11%. Las mayores contracciones se registran en el arco mediterráneo y Canarias. En total, de acuerdo al informe son
diez provincias entre las que se encuentra Cádiz, octava en el ranking, por encima del promedio nacional, con un
descenso del 12,4%, por detrás de Baleares (-27%), Las Palmas (-21%), Santa Cruz de Tenerife (-19%), Málaga (-17%), Alicante (-13,55), Gerona (-14,2%) y Granada (-12,6%).
En líneas generales, el estudio concluye que los territorios que experimentaron una mayor caída de la actividad en 2020 fueron las que también sufrieron un
descenso más pronunciado de la movilidad, tienen un
mayor peso del turismo (sobre todo extranjero) y del
empleo temporal, y una
menor proporción de empleados del sector público.
Por su parte, el Colegio de Economistas de Cádiz apunta en su último informe de coyuntura económica que la provincia también ha acusado la
falta de diversificación de la actividad económica, la
falta de profesionalización en niveles de dirección y decisión en el tejido productivo y la
falta de formación/cualificación de la mano de obra, necesaria para acometer la reorientación a nuevos sectores productivos que supongan un mayor aporte de valor añadido y sostenibilidad. Y añade un cuarto elemento que la entidad considera especialmente preocupante:
el bajo grado de capitalización y dimensión de las empresas de nuestra provincia, lo que supone un bajo nivel de supervivencia a situaciones adversas, así como las consecuentes limitaciones para adoptar decisiones estratégicas que permitan abrir nuevos mercados o adaptarse a nuevas exigencias de los existentes.
El 89% de los economistas encuestados por la entidad advierte del riesgo que corre Cádiz de que
la destrucción del tejido empresarial originado por la pandemia en la provincia se acabe convirtiendo en estructural debido a la falta de empresas para poder llevar a cabo la reactivación de la economía una vez que se supere la crisis sanitaria. Y plantean la necesidad de establecer un
programa de sostenibilidad y mantenimiento de éstas mientras dure la actual situación, que impide el normal desarrollo de la actividad económica, para evitar un retraso aún mayor de la recuperación.
En el primer semestre de 2020, tras la primera ola, los expertos fijaron el plazo de recuperación mayoritariamente por un 63% de los encuestados en el ejercicio 2023; en el segundo semestre, el porcentaje que considera que
la recuperación económica se aplazará más allá de 2023 se incrementa al 72%.
Por el momento, para 2021, Analistas Económicos de Andalucía estima un
crecimiento de la producción en Cádiz que oscilaría entre el 4,4% y el 7,2%, algo superior al repunte previsto para el ámbito autonómico, 4,1% y 6,7%, respectivamente,
pero insuficiente, en cualquier caso, para compensar las caídas sufridas desde marzo pasado.
A todo ello, hay que añadir el
alto grado de incertidumbre ante la evolución de la lucha contra el coronavirus. La sociedad de estudios del Grupo Unicaja Banco señala que “la actividad global se ha recuperado en muchos sectores, aunque algunas actividades del sector servicios siguen estando afectadas por el distanciamiento físico”. El turismo, la hostelería y las actividades artísticas y creativas, especializaciones de la economía gaditana, intensificaron su desplome en el segundo semestre del año pasado.
Incluso la industria aeronáutica y naval, como señala el Colegio de Economistas de Cádiz, está sufriendo una reducción de sus pedidos de productos por parte de los operadores de movilidad (compañías aéreas y del ocio y transporte marítimo). Y el sector agroalimentario, que es el que menos impacto ha sufrido durante la crisis,
tiene limitaciones reales para aumentar su productividad, como los terrenos cultivables y los tipos de cultivos. Los expertos coinciden de forma unánime que
el crecimento solo será intenso con capañas de vacunación eficientes y con el control de los contagios porque los brotes han frustrado ya las mejores previsiones.