Austria es un país seguro. Los índices de criminalidad volvieron a caer en 2015 y la tasa de homicidios es de las más bajas de Europa. Sin embargo, la sensación de inseguridad en la población, un fenómeno en el que la oleada de refugiados tiene mucho que ver, ha causado un fuerte aumento de la venta de armas.
Dos datos se contradicen en este fenómeno de sentirse inseguro en un país seguro: Por un lado, la caída del 1,9 por ciento en los delitos denunciados en 2015, respecto al año anterior.
Por el otro, un aumento del 11 por ciento en el número de propietarios de armas en el último año, una tendencia que arrancó cuando cientos de miles de refugiados comenzaron el pasado verano a llegar o cruzar por Austria huyendo de la miseria y la guerra.
"Evidentemente, la sociedad civil no se siente segura. Ese sentimiento de seguridad subjetiva ya no está y la gente parece tener menos confianza en el Estado, en la Policía", explica a Efe Florentine Eichler, experta de KFV, un instituto especialista en temas de seguridad.
Con ella está de acuerdo el sociólogo Reinhard Kreissl, director del Vienna Centre for Societal Security.
"La subida coincide con la ola de refugiados. La sicología tras esta subida parece también estar relacionada con que muchos ciudadanos sienten que los actores estatales no están en posición de cumplir sus funciones", explica a preguntas de Efe.
Por eso, este experto opina que "la compra de armas es una manifestación del desamparo" que siente parte de la población.
Un desamparo ante el que la compra de un arma actúa en forma de "tranquilizante".
Entre septiembre de 2015 y marzo de 2016, cientos de miles de refugiados cruzaron por la llamada ruta de los Balcanes en dirección, principalmente, a Austria, Alemania o Suecia.
En los últimos 16 meses, unas 114.000 personas han pedido asilo en Austria, el 70 por ciento de ellos afganos, sirios o iraquíes.
Sin embargo, la tasa de delitos cometidos por refugiados cayó a la mitad en 2015 respecto al año anterior.
Así, de todos los extranjeros, incluidos comunitarios, que cometieron delitos en 2015, sólo el 15,6 por ciento era refugiado, un porcentaje parecido al de turistas, el 12,5 por ciento.
De hecho, el 40 por ciento de los extranjeros que cometieron delitos eran ciudadanos de la UE.
El portavoz de Interior, Karl-Heinz Grundböck, reconoció a Efe que no hay ninguna correlación entre la criminalidad y el miedo al delito, y que éste se desarrolla de forma "independiente".
Un desarrollo en el que los medios de comunicación juegan un papel decisivo, según Kreissl.
"A esa inseguridad contribuyen las fotos e informaciones de actos delictivos, cometidos supuestamente por refugiados. Especialmente las redes sociales fomentan la propagación de leyendas urbanas, a menudo inventadas, pero que circulan ampliamente", advierte.
De hecho, Kreissl argumenta que los prejuicios son más fuertes justo en las zonas donde la población ha tenido menos contacto con el objeto de sus temores.
La región de Burgenland, fronteriza con Hungría y que durante meses fue la puerta de entrada de miles de refugiados, y Viena, por donde pasaron la inmensa mayoría de ellos, son justo las zonas donde menos han crecido las licencias de armas: un 9 y un 8 por ciento respectivamente, frente a la media del 10,5 por ciento.
Respecto al perfil de austríaco que decide armarse, Eichler afirma que hay de todo.
"Tenemos desde desempleados a altos ejecutivos de banca. Va por toda la población y edades", analiza.
Entre los motivos que se aluden al pedir un permiso de armas, destacan los de la seguridad personal y el tiro deportivo, una razón que es sólo una excusa, ya que desde el KFV destacan que no ha habido un aumento de las inscripciones en clubes de tiro.
Para Kreissl, el miedo al refugiado es una proyección de temores más profundos en la sociedad y que tienen que ver más con la incertidumbre sobre el futuro (el empleo, la pobreza, la enfermedad) que con una amenaza inmediata, como la criminalidad o el terrorismo.
Eichler advierte que tener un arma en casa (para llevarla por la calle hace falta un permiso especial) no aumenta la seguridad, esencialmente porque nadie tiene la pistola "debajo de la almohada".
También recuerda el potencial peligro de aumento de accidentes, al haber más armas en manos de particulares.
Ser mayor de 21 años, ciudadano del Espacio Económico Europeo, acreditar un curso de manejo de armas y superar un test psicológico bastan para poder adquirir en Austria un arma de la categoría B, que incluye revólveres, pistolas y semiautomáticas.
Eichler explica que se podría hacer más para evitar que personas potencialmente peligrosas tengan acceso oficial a un arma.
Por un lado, esta experta reclama que al test psicológico se sume una entrevista personal que dé más información sobre el solicitante y que se evite que se pueda repetir la prueba de forma ilimitada hasta que se apruebe.