Un hombre mató hoy a seis de sus nietos y a su hija en la localidad de Bell, en el norte de Florida, en un nuevo episodio de violencia que vuelve a poner la posesión de armas de fuego en el centro de la polémica en Estados Unidos.
El autor de los disparos, un hombre de 51 años de edad con antecedentes penales, se suicidó tras acabar con la vida de su hija y seis de sus nietos, que tenían entre 3 meses y 10 años de edad, según informaron las autoridades del condado de Gilchrist, a unos 50 kilómetros al oeste de Gaineville.
La policía identificó al autor de los disparos como Don Charles Spirit, quien al parecer ya había protagonizado diversos incidentes de violencia doméstica.
Según explicó el sheriff Robert Schult a los medios de comunicación, la policía pudo establecer diálogo con el asesino después de que tuviera lugar el tiroteo.
Sin embargo, y tras consumar la matanza, Spirit decidió acabar con su vida antes de ser atrapado por los agentes.
Las autoridades explicaron que fue el propio asesino quien llamó a la policía para confesar los crímenes y que algunas personas dentro de la vivienda donde tuvo lugar la tragedia pudieron sobrevivir.
En un comunicado la oficina del sheriff pidió "paciencia" a los medios de comunicación hasta que concluya la investigación y añadió que "estamos pidiendo oraciones por esta comunidad y las familias involucradas".
La ciudad de Bell está situada al norte de Florida, a unos 50 kilómetros al oeste de Gainesville, y apenas cuenta con 350 habitantes.
El sheriff del condado comentó a los medios de comunicación su incredulidad ante la escena del múltiple crimen: "nunca he visto nada como esto en el condado, esta comunidad va a quedar devastada".
El tiroteo del jueves en Bell es una de las mayores tragedias registradas en los últimos años en el estado de Florida, donde la posesión de armas ha sido tradicionalmente motivo de polémica, al igual que en el resto de Estados Unidos.
El pasado julio se aprobó precisamente en Florida la "Privacy of Firearm Owners Act", que impide a los médicos del estado preguntar a sus pacientes si disponen de armas en sus casas, bajo multa de 10.000 dólares o incluso la retirada de la licencia médica.
Cada año más de 7.000 niños son hospitalizados en Estados Unidos por lesiones de armas, de las cuales un tercio son accidentales, causando cerca de 500 muertes anuales en menores de 20 años.
Según un estudio de la Asociación Nacional de Médicos (NPA, siglas en inglés), los accidentes con armas de fuego son la tercera causa de muertes y de incapacidad permanente por lesiones graves, después de los envenamientos y los accidentes de tráfico.
Según el Buró Federal de Investigaciones (FBI), en Estados Unidos hay más de 200 millones de armas en manos de la población, en un país que cuenta con una población total de 310 millones de habitantes.
Esta nueva matanza se produce apenas dos días después de que el presidente Barack Obama insistiera en la necesidad de aprobar "reformas de sentido común" que aumenten el control de armas en el país, justo un año después de que un tiroteo en un centro administrativo de la Marina en Washington dejara 12 muertos.
Un año antes, en diciembre de 2012, se vivió otra tragedia aún mayor en una escuela de Newtown (Connecticut), donde fueron asesinados 20 niños y 6 mujeres.
A pesar de que -según las encuestas- el 90% de los estadounidenses respaldan un mayor control de las armas de fuego, todos los esfuerzos legislativos puestos en marcha en los últimos tiempos han fracasado en el Congreso, donde ejerce una notable influencia la poderosa Asociación Nacional del Rifle (NRA).
En el 2013 una enmienda bipartidista sobre la verificación de antecedentes de los compradores de armas ni siquiera obtuvo en el pleno del Senado el mínimo de 60 votos necesario para continuar su tramitación.