Un total de 13 personas han sido condenadas por traficar con droga, en concreto cocaína, a pequeña escala en Málaga capital y por pertenencia a una organización delictiva. Así, se imponen penas que oscilan entre los 12 meses y los tres años y medio de prisión.
Según la sentencia, a la que ha tenido acceso Europa Press, los acusados tienen relación entre sí por lazos familiares y de amistad y, según se declara probado, se han dedicado, de común acuerdo, a la venta y distribución de cocaína.
Así, según la resolución, a veces le proporcionaban la sustancia estupefaciente a otras personas que, a su vez, la vendían por cuenta propia; y en otras ocasiones la vendían directamente ellos a los pequeños consumidores.
Eran los miembros del grupo, apunta la Sala, quienes acudían a hacer las entregas y cobros a los lugares donde se encontraban los compradores, siendo tres de los acusados los cabecillas --dos hermanos y la mujer de uno de ellos-- lo cuales "se encargaban de conseguir las partidas de cocaína de los proveedores".
En este matrimonio era la mujer la que llevaba "al día las operaciones" de su marido y éste iba a por la sustancia y, además, "con el fin de evitar en el caso de un posible registro policial de sus domicilios que les fuera encontrada la droga, la guardaban en el domicilio del matrimonio integrado por otros dos acusados".
En este lugar es en el que se preparaban las dosis de droga, según considera probado el Tribunal de la Sección Tercera de la Audiencia de Málaga, apuntando a que esta pareja también se dedicaba, supuestamente, a la venta a consumidores.
Además, la Sala da por probado que los tres hijos de este segundo matrimonio "participaban igualmente en la distribución de la cocaína a los compradores, encontrándose a disposición de los jefes, si bien la mayor parte de las veces era su madre quien les trasladaba las órdenes de aquellos".
El otro de los cabecillas, "aunque concertado con su hermano, dirigía paralelamente su negocio de cocaína", según señala la resolución, añadiendo que éste guardaba la sustancia en su domicilio, "preparando las dosis y utilizando para la distribución a las mismas personas que su hermano, quienes obedecían sus órdenes en cuanto eran requeridos para ello".
Todo estos acusados, que han resultado condenados, mantenían conversaciones a través de diversos teléfonos móviles que disponían, y en las que utilizaban un lenguaje figurado para realizar las operaciones relacionadas con el tráfico de drogas, "y evitar así ser descubiertos"; además de que cada uno era conocido por un apodo.
En los registros domiciliarios se intervinieron droga, dinero en efectivo, gran cantidad de teléfonos móviles y otros utensilios para preparar la droga. Además, se han intervenido vehículos y a una de las acusadas le constan varias fincas aunque "no que ejerza actividad laboral ni comercial alguna remunerada".
La sentencia también considera probado que uno de los puntos de venta a los que los acusados integrantes del grupo abastecían de cocaína para ellos a su vez venderla a los pequeños consumidores era el integrado por otra familia --una mujer, dos de sus hijos y un yerno--, con vínculos con una de las principales condenadas. Estos supuestamente realizaban estas operaciones en la barriada malagueña de Churriana.