Por ello, el lunes festivo tocó hacer balance de los importantes daños materiales provocados por el intenso oleaje y los fuertes vientos, así como trabajar duro para poner los establecimientos a punto.
El restaurante instalado recientemente en los emblemáticos Baños del Carmen mostraba ayer la peor cara de la fuerza del mar. Casi cincuenta personas se afanaban desde las 07.00 horas en limpiar a destajo las toneladas de arena, piedras y cañas esparcidas dentro y fuera del establecimiento. Su objetivo era abrir las puertas a la clientela a la hora del almuerzo. Y es que para explicar lo que sucedió el pasado domingo, todos se quedan sin palabras.
El ex concejal Damián Caneda, actualmente es uno de los socios de la concesionaria de los Baños del Carmen, asegura que fueron “horribles” los momentos que se vivieron. “Entraba agua por todas partes, las olas pasaban por encima del tejado y el comedor lleno de agua y de personas”, describe con los ojos cargados de miedo. Por tanto, el intenso oleaje se llevó por delante suelos de madera, numeroso mobiliario y objetos de todo tipo. Considera que el “problema” de estas inundaciones radica en la falta de protección en el límite costero. “Es un lugar que todo el mundo quiere mucho, pero no se hace nada para protegerlo”, agrega.
En el paseo marítimo de Guadalmar, el paisaje es dantesco. El mítico chiringuito Servando, para el que su propietario invirtió medio millón de euros hace un año, se ha llevado la peor parte. La terraza, maquinaria y una cristalera son los principales destrozos de este negocio, cuenta su dueño, Agustín Jiménez, quien calcula que los daños rondan los 40.000 euros.