Un gol de
Iborra en el minuto 61 fue suficiente para el Levante y fue aniquilador para el Málaga, que podría haber dado un salto en la clasificación de haber puntuado. Compitió, pero no estuvo acertado y el 1-0 le corta la buena dinámica que tenía. La Segunda no espera a nadie. La brecha entre el ostracismo de la Primera RFEF y la tranquilidad de la permanencia está ahora a
cuatro puntos de distancia.
El equipo de Pepe Mel se plantó en el Ciutat de Valencia sin extremos puros, pero con pulmón extra por dentro: N’Diaye, Escassi y Luis Muñoz con Villalba por delante para suministrar balones a Rubén Castro. El canario tuvo la más clara en el primer uno para uno en carrera que tuvo, tras una buena transición de Javi Jiménez. Pero su remate fue demasiado previsible.
Lo imprevisible salió de las botas de
Joni Montiel, que lanzó una falta directa preciosa que se estrelló contra el palo. El Levante tiene mucha calidad en sus hombres de arriba... y eso que no estaban Soldado o Rober Ibáñez. Se supo coger el partido de la pechera y tener valentía y calma con balón. Incluso dio tiempo a ilusionarse, aunque durara poco antes de evaporarse el gol de Rubén Castro a pase de Villalba. Era fuera de juego claro. Así se llegó al descanso, con la posibilidad de haber dado un golpe anímico en tierra hostil.
Cuando el balón se le cedió en exceso al rival, empezó el coqueteo con el gol del Levante. Al Málaga no le duraba la pelota más de diez segundos en posesión y eso dio más alas para que llegara el 1-0, que se gestó en el minuto 61. Vicente Iborra remató a quemarropa con la cabeza un balón que vino rechazado del larguero, después de que Brugué consiguiera conectar un pase desde la línea de fondo del siempre incisivo Joni Montiel.
El efecto del gol local fue inmediato y Mel sacó a
Fran Sol y
Loren de una tacada, para jugar con dos delanteros, y a
Issa Fomba en el extremo. Los cambios se agradecieron. Fueron como el medio vaso de agua y el ibuprofeno en un día de resaca. Así resucitó algo el Málaga, que se propuso una remontada, algo de lo que sabe la teoría, pero no la práctica.
En ese arrebato en ataque, el que más se esmeró fue el canterano Issa Fomba, sin olvidar del gran estado de forma de Rubén Yáñez, que tras cada partido deja claro por qué no juega Manolo Reina.
La tuvo Loren en el último minuto, pero su remate lo tapó Cárdenas. En esa acción estuvo el punto. Habrá que seguir remando, porque espera un derbi andaluz decisivo este jueves contra el Granada.