Los precios siguen subiendo. La inflación ya encadena dos meses seguidos al alza. Según datos del Instituto Nacional de Estadística (INE), el Índice de Precios de Consumo (IPC) subió un 1,9 por ciento en junio en relación al mes anterior y
disparó su tasa interanual 1,5 puntos, hasta el
10,2 por ciento, su nivel más alto desde abril de 1985.
Ahora
vivir cuesta un diez por ciento más caro que hace un año, los precios han aumentado una “barbaridad, dos y tres euros cada cosa”, explica Carlos. Regenta ‘Congelados Tomé’ en el merado de Huelin de Málaga capital. “Que por ejemplo los
boquerones están baratos, pues compran boquerones, sino sardinas o colitas de merluza”, ahora este es el comportamiento habitual de la clientela, porque las colitas de merluza valen cuatro euros el kilo y las patas de pulpo 43, “es normal que se vayan a por las colitas de merluza”, razona Carlos.
En las carnicerías la inflación también se nota, “ha subido mucho el pollo, la ternera, toda la carne, y bastante”, lamenta Juan José de ‘Carnicería Hermanos Mérida’. A lo largo de estos meses ha visto como
muchos de sus clientes se ciñen a su sueldo, “hay gente que
antes se llevaba el pollo entero y ahora se lleva medio”, pone como ejemplo, o él que “se adapta a carne picada en lugar de un filete”.
Nos
ajustamos más el cinturón y lo apretamos fuerte. El comprador busca las ofertas e intenta comprar menos, “pero mucho menos”, matiza Juan José, “
se nota en las ventas, han bajado bastante”.
Unas palabras que los propios clientes ratifican. Dolores, carrito de la compra en mano, asegura que se decanta por “lo más barato y menos cantidad, así
vamos luchando con la vida”, porque es “un horror, yo no sé a dónde vamos a llegar”.
A Pepe le pasa lo mismo, intenta “bajar un poquito, porque
en cuanto compras cualquier cosita te dejas 50 euros”, dice este hombre que critica que “la cosa está muy cara”, pero “
sobre todo en algunas grandes superficies y supermercados, que están poniendo los precios abusivos”.
Los ciudadanos están notando la inflación, pero no son los únicos. Por ejemplo, la
subida de la luz está fustigando a los pequeños autónomos. Carlos pagaba “200 euros de luz y ahora 350,
estamos jodiéndonos”. Él regenta el puesto de congelados y su mujer trabaja en otro sector, pero si no fuese por ese segundo sueldo
estarían en serios apuros: “Hoy en día una persona trabajando en el mercado, no puede llevar una casa”. “
Yo ganaba casi el doble hace un año o año y medio”, sentencia.
A muchos negocios no les queda otra que ajustar los precios y ganar menos, para no perder clientes: “En el mercado está la competencia del resto de puestos, el coste de estar abiertos nos ha subido muchísimo, pero el
pescado lo vendemos como hace tres o cuatro años, para
poder mantener la clientela”, cuenta Nieves de la ‘Pescadería Antonia’. En el caso del precio del pescado, la inflación, según explica, se está notando menos, porque “el pescado va subastado y
no siempre sube, a veces, está más barato. Pueden subir algunos artículos y otros venir más baratos, como ahora las gambas”.
Siete por ciento más caro un café
Lo que está claro es que
muchos ciudadanos cuentan cada céntimo mucho más que antes. Esto en lo que a lista de la compra se refiere. Pero en el ocio también se nota, el
precio de los hoteles, de los restaurantes o tomarse un café ahora es un 7,2 por ciento más caro que hace un año. Aunque hay excepciones, sobre todo en los barrios, donde se las apañan para sobrevivir.
“Compramos la materia prima del mercado, les ponemos el desayuno más barato y a cambio ellos nos dejan más barata la fruta, la verdura y la carne, y
hacemos el trueque como antiguamente”. Este es el secreto de la ‘Cafetería-Bar Mercado de Huelin”, para luchar contra la inflación y “poder mantener el precio” de los
menús a cinco euros.
Antes lo tenían a tres euros, pero con la “pandemia, la subida del aceite, los alimentos y la luz” tuvieron que subirlo dos euros, para “poder mantenernos a flote”. De momento se quedará así, para que
puedan pagarlo personas jubiladas “y
mucha gente que vive en la calle, que se apañan su vueltecita para reunir sus cinco euros, vienen y comen su primero, segundo, bebida, postre y pan”.
Según datos de la Federación de Empresarios de Hostelería de Andalucía, los
niveles de facturación aún están un diez por ciento por debajo que antes de la pandemia.