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El Señor de la Paz abre el Vía Crucis a las nuevas cofradías

Se convirtió en el primer titular de una de las hermandades jóvenes en presidir este tradicional acto de Cuaresma

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La imagen en el interior de la Catedral.

El Señor de la Paz, en la calle Rosario.

En el último tramo de su itinerario hacia la Catedral.

El Señor de la Paz presidió este lunes el Vía Crucis de las Hermandades, dejando de este modo la puerta abierta a que en los próximos años vayan disfrutando de este privilegio las corporaciones surgidas a lo largo de esta última década. La imagen titular de la cofradía de la parroquia de Fátima protagonizó este acto piadoso en el año en el que se cumplirá el veinte aniversario de su bendición.

El cortejo puso rumbo a la Catedral a las cinco y media de la tarde, en una jornada que disfrutó de una espléndida meteorología. El Señor de la Paz lució una túnica morada de sarga, mostrando una imagen distinta a la del Lunes Santo, en la que aparece en el momento en el que está siendo despojado de sus vestiduras.

La imagen de Téllez Berraquero ocupó unas andas de maderas oscuras cedidas por el Cautivo de San Ildefonso de Sevilla, a la que se incorporaron los cuatro faroles de orfebrería del misterio del Señor de la Salud en sus Tres Caídas. Delante, la capilla musical Sonos Angeli.

El Señor de la Paz se hizo presente en la Catedral minutos antes de las ocho de la tarde, dándose entonces inicio al rezo y meditación de las catorce estaciones del Vía Crucis. A lo largo de dicho acto piadoso cobró especial protagonismo la capilla musical catedralicia que dirige Ángel Hortas, que interpretó una amplia selección de obras clásicas.

El obispo de Asidonia-Jerez, José Mazuelos, evocó en la despedida a la figura de Buenaventura Sánchez Falcón, histórico párroco de Fátima recientemente desaparecido y vinculado a esta hermandad desde que diera sus primeros pasos. El prelado también recordó que el Vía Crucis no es sino el inicio del camino hacia el calvario. El cortejo se puso de nuevo en marcha a las nueve de la noche, haciéndose presente apenas unos minutos después en la basílica del Carmen, donde fue recibido por la comunidad carmelita y la Hermandad de la Lanzada, con quien mantiene lazos de fraternidad.

A partir de ahí debía iniciarse el largo camino de regreso hacia la parroquia de Fátima. 

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