El rorcual común es el segundo animal más grande del planeta después de la ballena azul, y por lo tanto sólo come pequeñas gambas, también llamadas krill, así como pequeños peces. Es la más grande de las siete especies de cetáceos que se pueden ver en el Estrecho de Gibraltar y el único misticeto, es decir que no tiene dientes sino barbas. Los rorcuales comunes se pueden observar durante su migración entre el Mar Mediterráneo y el Océano Atlántico desde cualquier barco, pero también desde tierra aquí en el Estrecho de Gibraltar, con la ayuda de su soplido muy potente que permite verlos a varios kilómetros.
Su pariente, el cachalote, es el cetáceo con dientes (odontoceto) más grande del mundo. Pero a pesar de su tamaño y del de sus dientes, presentes solo en la parte inferior de la boca, él tampoco está interesado en los humanos a la hora de alimentarse, le gustan más los calamares y los peces que se encuentran en el fondo del Estrecho. Tiene también un soplido potente que nos permite verlo desde costa en el Estrecho; pero al contrario del rorcual común que tiene un soplido muy alto y recto, el cachalote tiene el espiráculo en el lado izquierdo de la cabeza con lo cual tiene un soplido orientado a 45 grados.
El mayor peligro para estos grandes cetáceos en el Estrecho de Gibraltar es la colisión con embarcaciones, debido al hecho de ser la segunda zona con más tráfico marítimo del mundo. Cuando se encuentran en superficie, les resulta más difícil saber de dónde proceden los sonidos, y entonces localizar a los barcos. Por eso se recomienda a los navegantes del Estrecho que extremen la vigilancia y que reduzcan la velocidad a menos de 13 nudos, que es la velocidad avalada por la comunidad científica como la más segura para la supervivencia de estos animales.
Nosotros, desde tierra seguimos el paso de rorcuales comunes así como la alimentación de los cachalotes, y observamos su comportamiento frente a los barcos. Este programa de avistamiento de grandes cetáceos en el Estrecho de Gibraltar, apoyado por el programa Volcam de la Obra Social de Caja Mediterráneo, ha acogido a medio centenar de voluntarios procedentes de diferentes autonomías españolas así como de varios países del mundo.
El trabajo que realizamos permitirá obtener los primeros datos de seguimiento de rorcuales comunes y cachalotes desde tierra en el Estrecho de Gibraltar así como su interacción con las embarcaciones, a la vez enseñar a los voluntarios la metodología de estudios desde tierra y sensibilizarlos para la conservación de la fauna singular del Estrecho de Gibraltar.
Los dos puntos de observación que utilizamos están situados en la costa española, en el Parque Natural del Estrecho, uno en la barriada de Getares, cerca del Faro de Punta Carnero y el segundo al final del Cortijo de la Hoya, en Pelayo. A pesar de ello, cualquier sitio con vistas al mar, incluso el propio puerto de Tarifa o la playa de los Lances, puede permitiros disfrutar de una cosa tan emocionante como el avistamiento de estos gigantes del mar.
Como nos decía Lucía, una de las voluntarias: “En esta semana he vivido uno de los momentos más mágicos de mi vida… sorprendiéndome con la facilidad que los rorcuales estaban cruzando el Estrecho, disfrutando de cada soplo, de cada pedacito de su inmenso cuerpo, intentando retener esas imágenes para siempre”.
Ahora el programa terminó, y llega el momento de analizar los datos obtenidos a partir del teodolito, para poder establecer las principales rutas de los rorcuales, así como las zonas de alimentación de cachalotes, con el objetivo de ver cuáles son las áreas de máximo riesgo en lo referido a colisiones, y establecer así la base de futuros planes que eviten estas situaciones.