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Jerez

¿De dónde sale tanta gente?

A lo peor a ese centro hay que incentivarlo con actos constantes que hagan que la gente salgan de sus madrigueras

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  • Zambomba de Jerez -

Hay una pregunta que es una constante en acontecimientos como estos navideños que estamos viviendo y disfrutando o cuando llega Semana Santa o en la cabalgata de Reyes o cuando hay alguna procesión extraordinaria. ¿Dónde se mete toda esta gente a lo largo del año? Y es que vivir estos fines de semana en el centro  de la ciudad es una auténtica gozada, con un ambiente excepcional, con las arterias abarrotadas, con las terrazas llenas, con la alegría a flor de piel y con la esencia de Jerez regando las calles de puro sabor. ¿El resto del año? Pues la gente, mucha gente, vive en sus barrios y apenas se acerca al centro porque no tiene un gran necesidad de hacerlo.

Es otra consecuencia del error que se tuvo a la hora de expansionar la ciudad hasta límites insospechados, es la consecuencia del abandono secular que tuvo el centro desde que las casas de vecinos se fueron despoblando y desde que, posteriormente, se optó por un Jerez horizontal urbanísticamente hablando. Ese error de planificación de la ciudad se podría haber evitado si la apuesta económica hubiese sido distinta a la del ocio y el turismo.

Si en su momento se hubiese apostado por un ciudad industrial tal vez ahora no nos haríamos esa repetida y manida pregunta, porque en lugar de las doscientas veinte almas que en estos momentos poblamos Jerez, igual estaríamos hablando de trescientas mil, que esas cifras eran las que se manejaban cuando la gente llegaba a la ciudad atraída por la burbuja inmobiliaria, cuando el trabajo que ya no existía en las bodegas se daba en la obra, como se dice coloquialmente. La obra paró y el paro se adueñó de una ciudad que no ha dejado de crecer demográficamente pero que ya lo hace en pasos muy cortitos, tan cortitos que la densidad demográfica se deja sentir.

Por eso, y por otras razones, la gente esa que sale de sus urbanizaciones, de sus barriadas o de sus casas en los extrarradios en fechas solo señaladas, cuando llega la normalidad se asienta en sus zonas de residencia y se olvida del centro de la ciudad. Y a lo peor a ese centro hay que incentivarlo con actos constantes que hagan que la gente salgan de sus madrigueras.

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