La asamblea local del PSOE de Jerez del pasado sábado vino a ser la foto última de la tensión interna que padece esta formación desde que perdiera la gracia del electorado fruto, entre otras cosas, de la gestión que el partido hizo al frente del Ayuntamiento, más o menos discutible según para quien pero no para un votante que optó por cambio absoluto. Hacer borrón y cuenta nueva en política suele resultar un ejercicio complicado cuando hay que manejar muchos intereses personales, que al final son los que suelen primar por encima del único común que a todos debería mover y que no es otro que la responsabilidad de hacer una oposición constructiva para todos y, en concreto, para ese electorado al que representan. Pero hay cuentas pendientes, muchas, tantas que ni el partido, muy de perfil en esta historia como en tantas otras, sabe cómo afrontar.
Un informe interno, no oficial, dice que en la contabilidad existen cerca de 800.000 euros sin justificar -o indebida y/o posteriormente justificados- acumulados durante los últimos ocho años –los cuatro primeros, por cierto, ya auditados por la cámara de cuentas-, mientras que buena parte de la ejecutiva local asegura que esa cantidad no supera los 3.000 euros y que lo demás está legalmente justificado y, en el peor de los casos, se puede discutir la conveniencia del gasto aprobado para determinadas partidas. Eso, dicen, “es otro asunto”, pero “no ilegal”. Las cuentas, en todo caso, han sido revisadas por la ejecutiva provincial, que entiende que “no hay caso” pero que, por todos reconocido, no ha dado un paso hacia adelante para poner la bronca sobre la mesa y buscar soluciones antes de que el fuego de la mecha, como ha sucedido, llegue a la pólvora para que públicamente explote. Y lo hace porque se traslada la sensación de que se ha podido producir un desfalco sin que el partido medie, como se comprometió en su día, para aclarar a todos la situación real financiera interna antes de la asamblea, pero no.
En el PSOE de Jerez cohabitan, se podría decir, tres facciones claramente diferenciadas: una representada por su actual secretaria general, Miriam Alconchel, muy despegada de Pilar Sánchez actualmente pero a la que apoyan de manera cercana gente de la anterior etapa como Lebrero, que no aceptó una salida que le propuso el partido y que aguarda noticias, o Ainhoa Gil; otra, que le prestó apoyo a Alconchel para alzarse con la secretaría local, donde están a la cabeza Carlos Dorante, ex secretario provincial de UGT, y Cristina Díaz Pinés; mientras que la tercera la representan aquellos que quedaron alrededor, los que se quedaron fuera de la actual ejecutiva y, por diferentes senderos, son críticos y, por ello, más próximos a la otra corriente provincial, es decir, Pizarro y Cabaña, agazapados esperando su momento. Ahí están Camas, Alcántara, Antonio Fernández. Uno, dos y tres lidiando poder interno en la agrupación más grande de la provincia y de cuya gestión futura podría determinarse cuestiones tan trascendentes como el color de la Diputación de Cádiz, gran objetivo político para todos. Se va a convocar ejecutiva urgente, unos anuncian privadamente dimisiones en bloque, otros ceses fulminantes si se confirman nombres de filtradores, y algunos hablan de bombardear a la actual ejecutiva nombrando una gestora. Lío gordo y nadie al otro lado del teléfono.
Y, con todo, el próximo 26 hay comité provincial del PSOE y dos patatas calientes sobre la mesa: Chiclana y, sobre todo, Jerez. Previo a este tipo de encuentros se suelen producir filtraciones interesadas que caldeen el ambiente y el olfato me dice que a la actual secretaria general, Irene García, muy ocupada con tanto frente y tan pocas balas, le están colocando bombas con efecto programado para que le exploten a la vez. Y es que el PSOE hace años vive pendiente de sus cuentas, y no sólo algunas referentes a sus finanzas, sino todas aquellas que le han lastrado hasta alejarle cada vez más de ese partido capaz de sintonizar fácil con la gente y que hoy solo encuentra en la crítica a la gestión del PP un discurso válido para hacerse notar. Y solo con eso no va a ser suficiente para llegar a puerto.