El Miércoles Santo es el día grande y mariano de la Semana Santa de Huelva, estando polarizado en las devociones hacia la Virgen de la Victoria y la Virgen del a Esperanza.
La Hermandad del Prendimiento ha sido la primera en inaugurar la jornada, a las 16.45 horas desde la Parroquia Nuestra Señora del Carmen. Por delante, le queda un recorrido muy extenso. Como detallaba la hermandad horas antes del inicio de su estación de penitencia, se han reservado dos menciones especiales. Primero, al pequeño Gabriel Cruz, muy recordado en la Semana Santa onubense. En honor a él, los niños del tramo de monaguillos llevan en sus canastillas un pescaíto en su memoria. Y, segundo, la Fundación Laberinto ha realizado la primera levantá de único paso que procesiona el Miércoles Santo.
El Prendimiento se dirige hacia la plaza de La Merced con la suave luz del atardecer, en una jornada primaveral de sol y buena temperatura.
La esperada Hermandad de la Victoria es la segunda de la jornada y la última cofradía que sale de la Parroquia del Polvorín. Desde el Corazón de Jesús se dirige hacia el Barrio Obrero, visitas a las Hermanas de la Cruz para continuar hacia Carrera Oficial.
Este año la hermandad luce varios estrenos: finalización de la talla del paso procesional del Señor (taller de Hermanos Caballero), cuatro cartelas e imágenes en los respiraderos (Mariano Sánchez del Pino), dos relicarios y las coronitas de los guardabrisas de los candelabros para el paso de misterio y la restauración de la pértiga del pertiguero del paso de palio, por Orfebrería San Juan.
Tomaba el testigo la Hermandad de Santa Cruz desde la céntrica Parroquia de la Concepción. Este año estrena el tallado completo del canasto y sus cartelas, realizadas por el artista sevillano Antonio Díaz Arnido.
Y con permiso del resto, con la última de la tarde llegaba otro de los momentos más esperados del Miércoles Santo, la salida de la Hermandad de la Esperanza. Es la cofradía decana del día, siendo su recorrido en torno al casco antiguo de la ciudad. Desde la Iglesia a la que da nombre, una multitud se arremolinaba para salir a su encuentro.
El Miércoles Santo deja a su paso momentos de disfrute, de fervor cofrade, de contemplación y de oración.
