El Protocolo de Seguimiento y Conservación del Aguilucho Cenizo (Cyrcus pygargus) que ejecuta en Huelva la Consejería de Medio Ambiente y Ordenación del Territorio de la Junta de Andalucía se ha saldado en el ejercicio 2014 con el vuelo de 108 pollos.
La cifra, según ha señalado en declaraciones a Europa Press la delegada territorial de Agricultura, Pesca y Medio Ambiente, Josefa González Bayo, iguala los datos obtenidos en el curso 2013 y pone de relieve "la eficacia y la necesidad" de las tareas de seguimiento que cada año se desarrollan durante la temporada de cría para "garantizar la subsistencia de la especie".
González Bayo ha incidido, en este sentido, en que "la satisfacción" de este balance es compartida con propietarios, cosechadores y cooperativas de cultivos de cereal, así como con los voluntarios de las asociaciones ecologistas Ituci Verde y Alcarayón, porque "su estrecha colaboración, como siempre, ha vuelto a ser esencial".
Por un lado, ha continuado, para la localización y posterior vigilancia de un total de 76 nidos en la provincia y, por otro, para la concienciación de la ciudadanía, mediante acciones de educación ambiental como charlas en colegios o una exposición itinerante que recorre los distintos municipios de la campiña onubense.
Al respecto, la delegada ha aseverado que "esa implicación de todos es el origen del refuerzo de esta población en la geografía onubense y de la compatibilidad de las actividades agrarias con la protección del medio natural".
Las actuaciones, que han abarcado en Huelva a los términos municipales de Trigueros, Beas, San Juan del Puerto, Rociana del Condado, Niebla, Villalba del Alcor, Manzanilla, Escacena del Campo y Paterna del Campo, vienen a consolidar los valores experimentados en 2013 y dejan atrás los escasos diez pollos que volaron en la campaña 2012 a causa, en gran medida, de una escasez de precipitaciones que afectó al crecimiento de los cereales y derivó, por tanto, en una mayor indefensión de los nidos ante la amenaza de los predadores. En 2011, con unas condiciones climatológicas más favorables, la cifra fue de 55, marca que se ha logrado duplicar tanto en 2014 como en 2013.
RETRASO DE LA COSECHA
Dentro del Protocolo de Seguimiento y Conservación del Aguilucho Cenizo, un ave rapaz de tamaño medio catalogada como vulnerable que se distribuye de forma continua por el Valle del Guadalquivir para utilizar los cultivos de cereales como principal hábitat de cría --ciclo que se extiende desde el mes de marzo hasta julio--, la acción que ha mostrado una mayor eficiencia ha sido el retraso de la cosecha hasta el vuelo de los pollos. Un manejo al que le sigue el también positivo traslado de los nidos a cultivos colindantes.
Otras líneas de acción han consistido en dejar rodales sin cosechar alrededor de los nidos, la instalación de cercados antidepredación o el rescate de pollos y huevos que hayan quedado desprotegidos para su traslado al Centro de Recuperación de Especies Amenazadas y de Gestión del Medio Marino Andaluz (CREA-Cegma) Marismas del Odiel con el fin de ponerlos a salvo de posibles ataques. A través de este última medida, de hecho, según especifica Josefa González Bayo, se ha posibilitado el vuelo en 2014 de cinco de esos 108 pollos.
ZONAS DE CRÍA Y PRODUCTIVIDAD
Los espacios preferidos por el aguilucho cenizo para su cría en la provincia de Huelva, como ya ocurriera en años anteriores, han sido en 2014 los cultivos de trigo de secano, en los que se han localizado el 86,84 por ciento de los nidos (66). Se ha observado, además, que existe un mayor número de parejas que optan por fincas pequeñas para su ubicación y, dentro de éstas, por regla general, se decantan por zonas de vaguadas, caracterizadas por una mayor humedad.
Así, la productividad ha quedado fijada en una tasa de 1,42 pollos por nido, mientras el índice de mortalidad ha sido de 0,43. La predación, en este punto, se ha visto reducida en 2014 para afectar al 25 por ciento de los nidos (19). Esto certifica los avances logrados por el programa para la preservación del aguilucho cenizo en su afán por reducir los niveles de depredación, no en vano, en 2012 fueron 43 los nidos afectados y en 2013, el número cayó hasta los 27.