La obra se convirtió en uno de los libros de referencia para el aprendizaje del español para extranjeros
La Casa Museo Zenobia-Juan Ramón Jiménez exhibe este mes como pieza destacada la primera edición didáctica de 'Platero y yo' publicada en 1922 en Nueva York, una obra que se convirtió en uno de los libros de referencia para el aprendizaje del español por los extranjeros.
Este 'Platero menor' contaba con solo 32 capítulos y contenía ilustraciones de Maud y Miska Pertersham así como notas y ejercicios para los estudiantes y fue conocida como "edición de Boston", según ha informado el Ayuntamiento de Moguer (Huelva) en un comunicado.
El origen de esta edición se sitúa a finales de 1917 cuando Federico de Onís -director de Estudios Hispánicos de la Universidad de Columbia en Nueva York-, le comunica a Juan Ramón que proyectaba publicar, para los maestros y los estudiantes de español en los Estados Unidos, una colección con libros de varios escritores españoles, cuyo primer volumen sería 'Platero y yo'.
En esa colección pensaba incluir también una Antología de poesía española contemporánea que se abriría con una extensa selección de versos de Darío, Juan Ramón y Antonio Machado.
Esa primera edición didáctica del se publicó en Nueva York, en 1922, por la editorial D.C &Co. De Londres, con 32 capítulos, ilustraciones de Maud y Miska Petersham, una introducción en español escrita por Onís, y notas, ejercicios y vocabulario, destinados a los estudiantes de español, preparados por Gertrude M. Walsh.
Esta edición, conocida como la «edición de Boston» por haber sido impresa en esta ciudad, se convertirá en uno de los libros de referencia básicos en el aprendizaje de español para extranjeros.
Esa primera salida de 'Platero y yo' fuera de España era muy original y mucho más breve que la edición menor publicada por la Lectura en 1914.
Antes, la Editorial Hermes de Santiago de Chile publicó la primera edición "pirata" del libro; a ésta seguirán otras muchas.
La excelente acogida de "Platero" desbordó las previsiones de su autor y el control que éste es capaz de ejercer sobre su obra.
Habrían de transcurrir veinte años para que Platero apareciese traducido a una lengua extranjera: en 1943, el escritor y crítico Carlo Bo tradujo Platero al italiano, para la editorial Gradici A. Vallechi, de Florencia.
En la actualidad Platero está vertido a más de sesenta lenguas distintas, contando la Casa Museo en su colección de 44 ediciones traducidas.