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El Ejército tailandés ve mejorías en el conflicto fronterizo con Camboya

Los ejércitos de Tailandia y Camboya que defienden la frontera común volvieron hoy a intercambiar disparos de fusiles y morteros.

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 Los ejércitos de Tailandia y Camboya que defienden la frontera común volvieron hoy a intercambiar disparos de fusiles y morteros, por décimo día consecutivo, aunque los militares tailandeses creen que la situación ha mejorado en los últimos días.

"Al principio era fuego de artillería y granadas durante horas. Ahora es solo disparos esporádicos de armas pequeñas", afirmó el portavoz del Ejército de Tailandia, el coronel Sansern Kaewkamnerd, según la edición digital del diario tailandés "Bangkok Post".

El militar añadió que es importante que se respete el alto el fuego para que se puedan retomar las conversaciones para solucionar el conflicto.

Los últimos enfrentamientos han tenido lugar, como los días pasados, en torno a los antiguos templos de la civilización jemer de Ta Meun y Ta Kwai (Ta Moan y Ta Krabei en camboyano, respectivamente).

Fuentes militares camboyanas acusaron a los tailandeses de comenzar los disparos anoche, sobre las 22.00 hora local (15.00 GMT del sábado), y de continuar con la agresión hasta pasada la madrugada.

Camboya no ha informado de muertos o heridos en esta última refriega, pero Tailandia ha tenido dos soldados heridos.

El choque del sábado causó once heridos en el bando tailandés y, de nuevo, ninguno en el ejército camboyano, aunque este reconozca que el vecino es más grande y está mejor equipado.

Por su parte, Tailandia desmintió que disparase primero y culpó a la Fuerza Especial 911, una unidad que comanda Hun Manet, el hijo del primer ministro camboyano, Hun Sen, y que, según los militares tailandeses, no acata las órdenes de su comandante regional, el teniente general Chea Mon, quien negoció y acordó el alto el fuego el jueves pasado.

Tailandia también acusa a Camboya de usar civiles como escudos humanos y de reclutar a antiguos miembros del Jemer Rojo, la organización de orientación maoísta que dirigió el atrabiliario Pol Pot y que se desintegró por las luchas internas a finales del siglo pasado.

La respuesta camboyana no se queda a la zaga y denuncia que Tailandia ha usado bombas de racimo y que ha cometidos crímenes contra la humanidad.

En este ambiente, los llamamientos de la ONU, Estados Unidos y la Asociación de Naciones del Sudeste Asiático (ASEAN) para que se sienten a negociar han tenido escaso efecto.

Los primeros ministros de Camboya, Hun Sen, y Tailandia, Abhisit Vejjajiva, tienen previsto participar en la reunión que la ASEAN celebrará el 7 y 8 de mayo en Yakarta, ocasión que ofrece una oportunidad para que se puedan sentar los cimientos de un acuerdo permanente.

Según algunos analistas, Tailandia aprovecha el conflicto para ganar votos en las elecciones generales que se celebrarán entre junio y julio y al Gobierno de Camboya le sirve para distraer la atención de otros asuntos internos.

Hasta la fecha, un total de 16 personas, de ambos bandos, han muerto desde que comenzaron las hostilidades, el 22 de abril, y de ellas todos son militares, menos un civil de Tailandia, según datos oficiales.

Cerca de 100.000 personas han sido desplazadas a ambos lados de la frontera a causa de la violencia, la gran mayoría agricultores que en esta época del año deberían estar plantando la próxima cosecha.

Camboya y Tailandia comparten una peligrosa frontera, por la gran cantidad de minas antipersonal que contiene, que nunca ha estado claramente definida.

El conflicto armado actual arrancó en 2008, cuando la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (UNESCO) declaró Patrimonio de la Humanidad e incluyó en territorio camboyano el templo de Preah Vihear, un monumento hindú del siglo XI y que se encuentra a más de un centenar de kilómetros al este de Ta Meun y Ta Kwai.

Tailandia ha dejado ya de reclamar Preah Vihear, pero aún quiere varios kilómetros cuadrados aledaños.

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