Un ejército de bomberos, efectivos militares y voluntarios continuaba ayer en Rusia la lucha contra los incendios forestales, mientras arrecian las críticas por la precariedad de los sistemas de prevención y la lentitud con la que reaccionaron algunas autoridades ante la emergencia.

La situación más grave se vivía en las regiones de Riazán y Nizhni Nóvgorod, en la parte europea del país, donde ayer el Ministerio para Situación de Emergencia reforzó el contingente que combate los fuegos, que han devastado más de 700.000 hectáreas de bosques en todo el país.

Así lo anunció el jefe del Centro de Gestión de Crisis de la cartera de Emergencia, Vladímir Stepánov, quien destacó que en la jornada del miércoles ninguna localidad fue alcanzada por los incendios forestales.

Según el parte de Emergencia, en las últimas veinticuatro horas estallaron 373 nuevos incendios de los cuales fueron sofocados 254, por lo que para las 06.00 hora de Moscú (02.00 GMT) había en el país 589 fuegos activos en una superficie total de cerca de 195.000 hectáreas.

Las cifras oficiales muestran una disminución del número de incendios, ya que la víspera a esa misma hora eran 520, pero no una reducción del área castigada por el fuego.

Las autoridades rusas informaron ayer de que el número de víctimas mortales se elevó a cincuenta, tras el fallecimiento de un herido y el hallazgo de un cadáver en una casa.