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Tarde triunfal en la Plaza de Jerez

Padilla “profeta en su tierra, Morante “el chef del toreo” y Manzanares especialista en “turrón de Xixona”

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  • MORANTE -

Segunda de la Feria del Caballo 2017. Con tres cuartos de plaza se han lidiado seis toros de Núñez del Cuvillo  discretos de presentación para Juan José Padilla (Bruno y oro): ovación con saludo y dos “orejitas”, Morante de la Puebla (Carmesí y oro con los pechos bordados): ovación con saludos y dos orejas y Manzanares (Marino y oro): oreja y oreja. Se guardó un minuto de silencio en memoria de D. Fermín Bohórquez, este homenaje se debió realizar ayer en la primera corrida pero “más vale tarde que nunca”.

Padilla recibió a su primero con verónicas sin apreturas rematadas con media. Puso en pie al público en el tercio de banderillas. Brindó el toro al maestro “Finito de Córdoba”, su “compare”, que ocupaba una barrera de sombra junto a su esposa Arancha del Sol. Comenzó el trasteo de rodillas para luego torearlo a media altura con la derecha. Poco pudo realizar con la mano del dinero ante un toro reservón por el pitón izquierdo. Necesitó de pinchazo, media estocada y descabello para acabar con su oponente.

Al cuarto de la tarde, un toro berrendo en negro (casi ensabanado), pelo que sin duda mostraba su procedencia Osborne,  lo paró con largas cambiadas en el tercio. Volvió a entusiasmar al respetable con los rehiletes. Comenzó la faena de muleta de rodillas en los medios sufriendo un apretón sin consecuencias en el segundo de los pases. El toro pronto echó “la persiana” y el torero tiró de repertorio y con inteligencia se fue al público del sol para darse un arrimón y calentar una faena en la que no consiguió dar ni una tanda completa por ninguno de los pitones. Tras una gran estocada, que debió ser premiada con una oreja, le concedieron dos ya que en esta ocasión el diestro fue “profeta en su tierra” y se aprovechó de la “blandura” del presidente.

Morante desde que abrió el capote en su primer toro dejó ver que hoy tenía ganas de agradar a sus incondicionales seguidores, a quienes regaló seis buenas verónicas rematadas con una media en el centro del anillo. La faena de muleta fue un “catering de entremeses”, con tapas pintureras pero sin llegar a “jartá” el apetito de los comensales.  El postre llegó en forma de dos pinchazos y una estocada.

En el quinto de la tarde los convidados sí salieron saciados ya que el “chef de la Puebla” les preparó un primer plato consistente en una “berza gitana” en forma de verónicas añejas. De segundo como en una buena “berza” se sirvió la “pringá” bien condimentada con naturales, pases de pechos y trincherazos. Como buena “pringá” se sirvió bien estrujada y rebujada con el tenedor.

Para postre una buena estocada en forma de “tocino de cielo”, ese dulce que nació para aprovechar las yemas de los huevos una vez que se utilizaban las claras para “clarificar” los vinos finos de Jerez. Festín para salir de la plaza buscando bicarbonato. Si a Padilla sus paisanos le dieron dos orejas en su segundo toro, a Morante si hubiese sido de la Ciudad del Caballo…. ( a buen entendedor pocas palabras bastan).

Paró Manzanares a su primer toro con cadenciosas verónicas. El toro derribó al caballo montado por “Chocolate”. La faena de muleta la realizó muy a su estilo, sin molestar al toro, llevándolo cosido a los vuelos de la muleta y exprimiendo el buen pitón derecho del astado. Con la izquierda no encontró el acople necesario. Lo citó para matar recibiendo y cobró un pinchazo en el primer encuentro, logrando una estocada en el segundo.

En el sexto de la tarde demostró que es un gran maestro en sacar provecho de toros blandos, como blando es el “Turrón de Xixona” que se elabora en Alicante. El astado perdió las manos en el capote, pero el alicantino toreó muy para el toro desde el comienzo de la faena.  Con la muleta estudió al astado probándole las distancias y los toques para conseguir que se afianzara y lograr sacarle faena. El mejor pitón del toro también fue el derecho, logrando el torero exprimir todo lo que tenía el animal a base de suavidad y temple. De nuevo necesitó de un pinchazo y una estocada para acabar con su oponente.

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