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Calles Toreras: Carlos Puerto, alicantino y portuense

Considerado portuense, murió corneado por el toro ‘Medialuna’ en la Plaza de El Puerto el 24/6/1852

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  • CARLOS PUERTO

Picador nacido en Alicante un 4 de diciembre de 1813. Sus padres se trasladaron cuando era un niño a El Puerto, por lo que fue considerado portuense. Alternó con los más más famosos varilargueros de la época como fueron Juan Pinto, Bernardo Botella o Juan Mateos Castaños, de los que recibió sabios consejos que asimiló y les sirvieron para llegar a ser tan grandes como ellos.

Actuó en las cuadrillas de las máximas figuras de la época como las de Manuel Domínguez, Juan Yust, “Cuchares”,  “El Chiclanero” y “El Salamanquino”. Aparte de ser portuense de adopción, la causa por la que tiene dedicada una calle en nuestra localidad es por que murió en su antigua plaza el 24 de junio de 1852. A continuación detallamos su cogida y muerte: se lidiaron reses de Anastasio Martín, de Coria del Rio (Sevilla), para “El Salamanquino” y Manuel Trigo. En quinto lugar saltó al ruedo “Medialuna”, un colorao salpicado muy agresivo de cuerna. El burel salió con muchos pies y “El Salamanquino” lo paró con destreza. Tras tomar nueve puyazos y matar seis jacos, el diestro decidió que entrara otra vez a caballo.

El toro dado el castigo recibido rehusó acometer de nuevo a  los montados. Las cuadrillas intentaron poner en suerte de nuevo al astado pero este rehuyó la pelea en varias ocasiones. En los tendidos el público se impacientaba por lo que el Gobernador Civil, que presidía el festejo, ordenó a un agente que se encontraba en barrera que arreara al penco del picador. Éste le propina un trallazo sobre la grupa, lo que hizo que el caballo se rebotara, cruzándose en el terreno del toro y por lo tanto provocando un arreón del mismo. Carlos Puerto perdió el equilibrio ante la brusquedad del choque del toro contra el caballo y cayó sobre la testuz del cornúpeta.

“Medialuna” dio un  derrote al sentir el cuerpo del picador sobre su cabeza y le metió el pitón derecho en el vientre zarandeándolo con agresividad durante unos interminables segundos.  Tras soltarlo el infortunado picador fue llevado a las asistencias médicas, no pudiendo estas más que comprobar la tremenda cornada que entró por el muslo y salió por el costado, destrozando vísceras y costillas, quedando los facultativos con “las manos atadas” para atender al infortunado. El torero tras una lenta y dolorosa agonía murió cuatro días después.

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