La mayoría silenciosa ha sido siempre utilizada para calibrar una opinión diferente y contraria a la que normalmente se hace oír y sentir y de la que se dice estar aunque sea mutada. Con el asunto de los aparcamientos subterráneos y toda la polvareda montada a su alrededor en estos dos años, ha habido un silencio participe que ha acompañado desde que se iniciaran los proyectos.
Y es que los comerciantes de la zona de Pozos Dulces han sido los sufridores de opiniones encontradas con una repercusión directa en el discurrir de sus respectivos negocios.
Una explanada inutilizada y agujereada que no ha sido sino una lamentable tarjeta de presentación para foráneos y un inservible acomodo para los residentes.
Sin aparcamientos, sin comodidad para generar ingresos y movilidad, los aparcamientos a día de hoy son tan necesarios como atractivos para fomentar la riqueza de una ciudad que necesita de manera urgente la creación y gestión de comercio a marchas forzadas.
Con el inicio de su construcción para las próximas semanas, habrá que esperar ahora todavía más de un año para que Pozos Dulces esté ya operativo y se pueda empezar a normalizar un avance del que necesitan los comercios de la zona y se dignifique la entrada de la ciudad, la que debe ser la bienvenida para el uso y disfrute de una población que urge generar infraestructuras.