El paseo de José Luis Tejada retrata la viva imagen de lo que padece la ciudad portuense en demasiados de sus monumentos, calles o barrios, da igual que sea céntrico o en su periferia. Dejadez, incivismo, falta de conservación y nulo o escaso mantenimiento urbano.
La unión imperfecta para que El Puerto no reúna el mínimo estado de revista para que portuenses y visitantes saquen lo mejor de una población que languidece. Uno de los lugares más populares, al reunir en él, playa, mercadillo, paseo, deporte y naturaleza, sirve para recordarnos y, sobre todo para invocar a nuestros gobernantes, que la calidad de vida es una tarea de todos y que ellos deben ser los primeros interesados y en dar ejemplo.
Pocas multas y poca concienciación se podrán ofrecer cuando es el propio Consistorio el que mira para otro lado ante la decadencia y ante el desatino de no saber mantener y conservar su propio patrimonio. En el recuerdo queda la ciudad de los cien palacios y más lejano va a empezar a quedar todo si no se empieza a cuidar lo escaso que comenzamos a tener.
El paseo de José Luis Tejada debe servir para comenzar a poner en valor un bello lugar que mengua ante la inacción municipal de no atender y no frenar la degradación de un lugar precioso como él y deteriorado como tantos otros.