Escribía no hace mucho una camarada que estamos aquí hoy siendo capaces de hablar un poco más alto y un poco más acompañadas gracias al sufrimiento y la lucha incansable de nuestras abuelas, de nuestras madres y de tantas y tantas mujeres para que hoy y en adelante caigan todos los que tengan que caer.
Tenemos el 25N a la vuelta de la esquina y un tablero político y social muy agitado tras los últimos acontecimientos
Porque la vergüenza va a cambiar de bando. Ya lo está haciendo. El caso de Giséle Pelicot en Francia así nos lo demuestra. Una mujer que fue drogada y víctima de al menos 92 violaciones por decenas de hombres, orquestado todo por su marido, quiso y dio la cara en el juicio. Qué importante este gesto para que la vergüenza, el señalamiento y el castigo sean para ellos. Para que el miedo se instale ya, de una vez, en quienes sostienen, con impunidad, un sistema que reproduce y legitima las violencias machistas.
El castigo para ellos. Sí. Sé que hay frases que incomodan. No pido perdón por ello. Porque hay frases que incomodan, pero también hay noticias que las corroboran. Según Le Monde “solo 2 de esos 72 hombres se negaron a participar tras el ofrecimiento del marido". Y en Portugal nos encontramos un chat de Telegram donde 70 mil hombres intercambiaban sin permiso fotos íntimas de mujeres. Tremendo ambas noticias. Poco quemamos, señorías.
Porque sí. Porque todos los hombres forman parte de la cultura de la violación. De una manera o de otra. Pero hay quienes, afortunadamente, deciden no violar y/o comprometerse en sus vidas cotidianas. Ojalá más hombres enmendando el #NotAllMen, entonaba mi camarada en redes sociales.
Tenemos el 25N a la vuelta de la esquina y un tablero político y social muy agitado tras los últimos acontecimientos. Pero para nosotras, para las mujeres organizadas y en pie en la lucha de clases, luchar contra las violencias machistas que nos atraviesan de arriba abajo y de lado a lado es la consigna de cada día. En el ámbito familiar; en los centros de trabajo; en las organizaciones políticas, en todos sitios donde se cuelan, en definitiva, el patriarcado y el capital.
Hace no mucho un informe global arrojaba que 1 de cada 4 adolescentes de entre 14 y 17 años ha sufrido violencia sexual o física durante el último año. Y ante esto la prevención más efectiva es el feminismo. Feminismo en la escuela, en la familia, en el trabajo, en la política.
Hagamos posible lo que es necesario: una vida sin violencias machistas, sin mujeres asesinadas.
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