Quiero acabar este recorrido por los titulares de la hermandad del Nazareno con su dolorosa, que en el seno de la Corporación muchos le dicen Lola, y que a mí particularmente me molesta enormemente. Por lo que hablaremos de la actúal titular Nuestra Señora de los Dolores.
Hasta tres han sido las imágenes que han acompañado a Jesús Nazareno. Una primera , atribuida a Roldán y desaparecida. Una segunda talla encargada a Ovando que procesiono hasta 1942 y que no gustó mucho a los hermanos, aunque la Hermandad la conserva en su Casa de Hermandad.
Finalmente Luis Suárez Rodríguez aprovechando que las Hermanas Capuchinas abandonan su convento de la calle Larga, lo que es actual Hotel Monasterio, compra la actual talla con su ajuar y la dona a la Hermandad. Aún la recuerdo de pequeño en su retablo de la nave de la Epístola, esta virgen se denominaba Madre De Dios del Silencio y no procesionaba aunque se le consideraba cotitular de la Asociación Piadosa del Amor, que no Hermandad y de la cual hablaremos en una próxima colaboración.
Según el profesor González Luque esta talla puede haberse realizado a mediados del S. XVIII.
Lo que no cabe duda que esta imagen llegó al Convento de las Capuchinas para ser expuesta en un retablo y no fue concebida para procesionar.
De siempre se le ha venido atribuyendo a la Escuela de Salzillo, cosa que no lo atestigua ningún documento.
La describimos con la cabeza, inclinada hacia atrás y un poco hacia la derecha, con los ojos mirando hacia arriba, ojos grandes y muy expresivos, boca pequeña y tres lagrimas solo surcando su mejilla derecha. Los brazos los mantiene elevados en actitud de súplica. No cabe duda que el autor o autora no la concibió para procesionar.
Lo cierto es que la Virgen de los Dolores es muy querida por sus hermanos y por los muchos portuenses - que no porteños- que cada día se acercan para rezarle hasta su capilla, donde acompaña al Señor de El Puerto y a la genial talla de San Juan Evangelista en su retablo.
Retablo por cierto que la Corporación de nuestra ciudad adquirió en los años sesenta del pasado siglo a la Hermandad de Pasión de Sevilla, como se puede apreciar en el escudo de la Hermandad sevillana que se mantiene en el banco de dicho retablo y que la corporación de nuestra ciudad nunca quitó.