En las calles se palpa un ambiente distinto; se puede pasear sin aglomeraciones por la calles, las playas no están llenas y los botellones disminuyen en gran medida.
El Puerto tenía una prueba difícil, pues se esperaba una gran masificación en la ciudad. De hecho, la población se llegó a triplicar en consecuencia de la llegada de turistas sobre todo nacionales.
Resalta un aspecto que preocupa mucho a los portuenses y en particular a los habitantes del centro de cara al próximo verano: el turismo de botellón.
La ciudad se está haciendo eco como una "ciudad fiestera". La calidad de vida, el buen tiempo, la variedad de conciertos y la simpatía que ofrece, provoca que muchos jóvenes y no tan jóvenes escojan a la ciudad para estas actividades. Las consecuencias en el centro se observan claramente; vasos y botellas por el suelo, ruido hasta altas horas de la noche y vecinos de paso irrespetuosos es lo que se han encontrado los vecinos residuales durante los meses de julio y agosto.
Matizar que no siempre el turista tiene una actitud de prepotencia, pero más de uno cree que la ciudad es suya y que pueden hacer lo que les plazca.
Uno de los casos más polémicos es el parking de la pasarela. La gestión del aparcamiento se puede definir como desastrosa por varios motivos. Los vigilantes del lugar se encuentran sin medio alguno para evitar que se hagan botellones en la zona. Es más, desde el comienzo del verano la barrera está rota después de que varios individuos se apoyasen en ella hasta el punto de romperla. Por tanto, cualquier ciudadano del centro histórico que llegase a la mañana siguiente al parking, se encuentra que antes de ponerse en marcha tiene que quitar de en medio cristales, botellas, refrescos o vasos y echar un vistazo para que no haya pasado nada (ni mencionar la basura que se acumula en los alrededores).
Con la llegada de agosto, llegó la festividad de la Virgen del Carmen y que mejor lugar que instalarla en el mismo parking de la pasarela. La solución fue pasar el parking durante las dos semanas que durase la feria a la estación de tren, “prácticamente lo mismo”, un hecho desconcertante debido al desconocimiento de los motivos por poner la feria y la duda si realmente ha sido rentable.
El DSoko Fest ha supuesto buenas y malas noticias. Por una parte, la ciudad y el centro ha tenido más protagonismo con la llegada de artistas mundialmente conocidos. Recalcar y felicitar la increíble gestión que están realizando varios empresarios en El Puerto, puesto que ya no hace falta desplazarse de la ciudad para ver a artistas históricos e influyentes de talla mundial. A pesar de ello, ha habido múltiples noticias polémicas sobre los “seguratas” por haber supuestamente "golpeado y expulsado" a clientes del festival a lo largo del verano. Estaría muy interesante que se llevase a cabo una investigación de ello pues “cuando el río suena, agua lleva”.
Respecto al ruido generado por el Festival, era algo esperable. Es cierto que esta actividad ayuda a revivir al centro histórico y que muchos restaurantes y negocios habrán sido ayudados indirectamente gracias al festival, mas pienso que hay aspectos a solucionar de mayor prioridad como es el caso del parking subterráneo de Pozos Dulces.
Si se piensa fríamente, el problema del parking de la pasarela se solucionaría y la imagen de la ciudad se vería magnificada, incluso más que con la inclusión de un festival que recluta a los mejores artistas del momento.
En definitiva, el verano en el centro de El Puerto ha molestado a muchos, pero si esta molestia es derivada de un gran enriquecimiento por parte de hosteleros y comerciantes locales, bienvenida sea. Pese a ello y de cara al año que viene, ojalá las condiciones sean mejores y que se mire un poco más por los portuenses.