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En román paladino

Micrófonos del coronavirus

La partida de irresponsables que han inundado las plazas españolas -jaleados por la proclama de libertad para infectar- que se acuerden de los fallecidos

Publicado: 12/05/2021 ·
09:50
· Actualizado: 12/05/2021 · 09:50
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  • Imagen de una quedada para celebrar el fin del estado de alarma -
Autor

Rafael Román

Rafael Román es profesor universitario, miembro del PSOE, exconsejero de Cultura y expresidente de la Diputación de Cádiz

En román paladino

El autor aborda en su espacio todos los aspectos de la actualidad política tanto de España, Andalucía y la provincia de Cádiz.

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Conmovidos es muy poco para expresar el sentimiento que envolvió a los oyentes de la Cadena SER cuando escucharon a Carles Francino relatando sus 47 días de coronavirus en directo. Ha sido un fenómeno de masas cuando  ha sido  reproducida su intervención en todas las televisiones: “Las pasé canutas, sobre todo durante 48 horas en las que los indicadores eran malos, incluido un ictus del que, afortunadamente, parece que no me ha quedado ninguna secuela. Perdí 6 o 7 kilos, masa muscular, además perdí la voz, no es que tenga mucha pero la poca que tengo la perdí. Pero, bueno, yo he salido.”

Paulo Coelho, el escritor brasileño con  45 millones de seguidores en Twitter y Facebook,  320 millones de ejemplares vendidos  en 170 países,  lo puso en las redes sociales porque está aterrorizado por su  país -Brasil- cuyo presidente ha sido un negacionista declarado y lo ha llevado a una verdadera catástrofe humanitaria. Sus libros han sido quemados en publico por los  partidarios de Bolsonaro. Tanto furor desata la negación de lo evidente. Sólo necesitarían contar sus muertos para pasar a la realidad.

Su caso viene tras otro investigador  periodístico, el argentino Ernesto Elkaizer, postrado meses por el coronavirus. “Contraje el virus hacia el 19 de septiembre. La neumonía bilateral arrasó los pulmones. Tuvieron  que ordenar ponerme en coma inducido (Intubarme). Mi buena salud y la experiencia de médicos y enfermeras de la Fundación Jiménez Díaz hizo el milagro. Me recupero en la UVI”, escribía en octubre pasado el perspicaz periodista.

Otros no pudieron contarlo como  el más que entrañable José María Calleja, azote de lerdos y de simples, siempre entendiendo la complejidad de los temas difíciles de explicar, como el de los atentados y las víctimas de ETA, entre las que él mismo se encontraba, como amenazado.  El periodista deportivo, ídolo del cadismo, Theo Vargas, tampoco lo podrá contar. "Sin mi voz y sin poder andar”,  aguantó lo que pudo acompañado de los que más lo querían. Este año, que no hay  en el fútbol gaditano “el calvario de decepciones” de  Manolo Santander, por la  buena marcha de su  adorado Cadiz, él tampoco lo podrá compartir  con sus innumerables oyentes.

La partida de irresponsables que han inundado las plazas españolas -jaleados por la proclama de libertad para infectar- que se acuerden de ellos.

 

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