Su pregón, en vísperas de Romería, fue sobre todo un canto mariano por excelencia, en el que destacó la vinculación de la Bella con el pueblo de Lepe. Paso a paso, sus palabras fueron desgranando vivencias y personajes locales, así como los distintos momentos de la fiesta romera. Incluso tuvo la virtud de integrar al público asistente en el mismo, realizando cantos religiosos y de carácter popular.
Las palabras de Aurelio Madrigal emocionaron al público que llenaba el templo parroquial, lo que se tradujo en los aplausos y las múltiples muestras de felicitación recibidas, entre ellas la del hermano mayor de la Bella que, con lágrimas en los ojos, abrazó al pregonero al terminar.
La Patrona de Lepe presidió la celebración desde el altar mayor del templo que fue engalanado con múltiples ramos y adornos florales para la ocasión.