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Me queda la palabra

15-M

El 15-M defiende ideas brillantísimas, pero de difícil aplicación en un futuro próximo, que se convertirán en imposibles, si no somos capaces de ofrecer algo más, que ilusiones voluntaristas, que no pueden cambiar nada de no ser que le demos una salida.

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15-M
Se hace catorce meses el 15-M irrumpió en el panorama socio político ncional, generando una explosión de ilusiones que cambió radicalmente el anodino y derrotista sentir de un país, cada vez más decepcionado por los gobiernos que nos ha tocado soportar y por extensión, por la clase política que de una u otra manera sustentaba el quehacer de éstos, a lo largo de todo este tiempo ha mantenido muy viva la llama del descontento, convirtiéndose en una alternativa social que ha ofrecido innumerables momentos de eficacia en la defensa de los derechos de la ciudadanía.
Si las acampadas reivindicativas, con sus ágoras democráticas, mostraron cómo hacer creíble que se puede profundizar de manera real y comprometida en los problemas, clamando por la justica, contra la corrupción, por la participación, contra la falta de transparencia, por otras alternativas, contra el adocenamiento y el conformismo; las manifestaciones plasmaron la voluntad de una mayoría silenciosa de que la sociedad tiene la necesidad de ser escuchada y de que se abrieran los cauces para que esto fuera una realidad; la lucha contra los desahucios, las ocupaciones sociales, muy lejos del incómodo e incomprendido mito okupa, identificaron al 15-M con un compromiso con las gentes desfavorecidas, donde se vertieron ingentes horas  de trabajo e infinitas esperanzas.
Aparte de todo esto, la búsqueda de otras formas de vivir, otras maneras de relacionarnos, otras posibilidades de establecer los intercambios económicos, que superaran el insatisfactorio marco actual, como la moneda social, los bancos de tiempo, las cooperativas integrales, el uso del  trueque y otras muchas más; la continua denuncia de esta política seguidista y sojuzgada al dictado de los banqueros, de los mercados, y también de los numerosos escándalos que en este sentido nos ha tocado aguantar, son, aunque incompleto, un apretado resumen de lo que ha sido, es y será el  15-M.
Todo esto ha supuesto gozar de un apoyo ciudadano mayoritario en cuanto a la cantidad y de un amplio espectro en el abanico social que lo representa. Han sido muy significativos en este sentido los ejemplos expresos de personajes reconocidos socialmente, como José luis Sampedro, Federico Mayor Zaragoza, Vicens Navarro, Iñaki Gabilondo y tantos más. Con todo ello y después de tantos meses de duro trabajo, aún permanece la luz de la llama que se encendió entonces, quizá con más brillo.
Sin embargo, uno de los estandartes que son bandera del 15-M, está resultando de lo más controvertido, por ello será preciso plantearlo con detenimiento. Es de tod´s conocido el “No nos representan” que se ha convertido en eslogan recurrente asumido por otros movimientos sociales, que han manifestado su malestar contra la castración de los avances sociales que elneoliberalismo actual se ostina en  seguir como línea de acción.
Ha sido quizá este slogan el que más controversia suscita fuera del 15-M, entre la gente que nos simpatiza, e incluso entre miembros activos del movimiento. Desde el primer momento resultó equívoco, ya que se entendía que hacía referencia a los polític´s al uso que nos habían enseñado a desconfiar de esta democracia. También el recelo que dentro del movimiento aparecía cuando sonaba la frase “participación política”, condicionó durante todo este tiempo que resultará muy difícil sacar el tema a colación sin ser anatemizado por ello. Bien es cierto que entre la gente que simpatiza con el 15-M, existe una demanda de que se ofrezca un alternativa al respecto. Es más, entre los miembros del 15-M han aparecido grupos con una vinculación más o menos estrecha que han participado en elecciones: Escaños en Blanco, cuya opción se valoró en muchas asambleas acogida muy favorablemente, Partido Pirata, Partido de Internet, Equo, Anticapitalistas, y otros muchos más, aparte de quienes se integraron en IU o en Compromís, que demuestran que la realidad es tozuda y se opone a la línea observada. 
Parece que carece de sentido defender posturas que defienden una Reforma de la Ley Electoral, para que sea más justa, o se estén elaborando proyectos tan interesantes como Democracia 4.0 o la Nueva Constitución, si no tenemos acceso a los medios para que sean tenidos en cuenta. Está claro que para estas iniciativas se canalicen sólo queda tener suficiente representatividad para poderlo aplicar o cuanto menos proponerlo. Por todo ello no queda otra que tomar una postura política: primero, por salud mental del 15-M, con el fin de terminar con la esquizofrenia del no a la política, pero sí queremos que se haga esta otra política.
1º El 15-M puede optar por defender la abstención y así se podría valorar cuál es nuestra influencia y sobre ello, materializado en el impacto conseguido, plantear con el refrendo obtenido nuestras exigencias .
2º También podría dirigir su energía apoyando una determinada opción, sin tener que formar parte de la misma, que recoja todos los planteamientos del 15-M, tanto en reivindicaciones concretas, como en los métodos, ofreciendo la asamblea como elemento soberano de control, que podría ser una amplia candidatura donde todas aquellas fuerzas dispuestas a converger en pro de unos acuerdos básicos que regeneren la política española y den la palabra a la ciudadanía; sin duda una buena salida.
3 º Incluso, como última opción, expresar de forma meridiana, que nadie tendrá el aval del movimiento y de esta manera evitar que la gente siga confundida y caiga en manos de grupos oportunistas que aprovechan este descontrol para pescar en río revuelto.
El 15-M defiende ideas brillantísimas, pero de difícil aplicación en un  futuro próximo, que se convertirán en imposibles, si no somos capaces de ofrecer algo más, que ilusiones voluntaristas, que no pueden cambiar nada de no ser que le demos una salida.
Si lo queremos, el futuro es nuestro.
 

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