La mejor brigada de la historia de la cocina, en la que están incluidos Ferran Adrià, Grant Achatz, René Redzepi, José Andrés, Massimo Bottura, Joan Roca y Andoni Luis Aduriz, elaboraron la última cena de “El Bulli”, que cerraba anoche sus puertas como restaurante después de 27 años.
Ante numerosos medios de comunicación, un emocionado y visiblemente feliz Adrià, rodeado de todo su equipo, quiso destacar ayer por la mañana que “lo más importante es que el espíritu de El Bulli continúa” en las miles de personas que han trabajado allí y en las que han pasado por su mesas como clientes.
“Con nosotros han estado los mejores del mundo. Todos ellos tienen el espíritu, la pasión por lo que hacen y además son capaces de asumir el riesgo en la cocina” dijo Adrià, en lo que pasará a la historia como “la última cena” o “el último vals”, según rezaban las camisetas de algunos de los trabajadores.
“Lo que queremos es que las 20 personas que vengan cada año a El Bulli Foundation - el nuevo proyecto gastronómico de Adrià- sean los nuevos René Redezepi, Joan Roca o Andoni Luis Aduriz”, señaló Adrià, que posó con toda la brigada junto a un gran bulldog elaborado de merengue y caramelo por el pastelero Christian Escribà.
El equipo de cocina del último servicio del Bulli fue de excepción: René Redzepi (número uno del mundo según la revista Restaurant), Joan Roca (número dos), Andoni Luis Aduriz (número tres), Massimo Bottura (número cuatro), José Andrés, recientemente reconocido como el chef más sobresaliente de EEUU y Grant Achatz, sexto del mundo.
Estos chefs invitados estuvieron en la cena junto a la plantilla fija del restaurante: los jefes de cocina Oriol Castro, Eduard Xatruch y Mateu Casañas, los jefes de partida y los más de cuarenta stagiaires que con su esfuerzo han sido parte fundamental del éxito de un restaurante en el que lo más importante son las “manos de sus trabajadores”, según Adrià, y no la tecnología, “como se ha dicho en muchas ocasiones”.
Anoche este equipo, invitados incluidos, “jugará” unido por primera vez en la historia para elaborar un menú con algunos de los mejores platos de los últimos años, entre ellos aceitunas “sféricas” , flor en néctar, espuma de humo, shabu shabu de piñones, porra líquida de avellana o percebe con caviar.
El equipo de la última cena no defiende ninguna camiseta ni se juega ningún título pero sus componentes compiten cada año en listas y guías que premian sus largas horas de trabajo y compromiso entre los fogones.
“Aquí aprendí lo que es el compromiso y que detrás de un gran trabajo hay muchísimas horas de dedicación”, dijo en declaraciones a Efe Andoni Luis Aduriz, que destacó que El Bulli fue el primer restaurante que compartió con una “generosidad tremenda” todas su técnicas y conocimientos.
Roca, que deberá defender el puesto del Celler de Can Roca como segundo mejor restaurante del mundo, dijo que El Bulli “me ha enseñado una forma diferente de ver la vida” y que le sirvió en 1989, cuando estuvo allí como aprendiz, para descubrir “la libertad, el inconformismo y el riesgo” en la cocina. Anoche cenaban en el restaurante más famoso del mundo unos cincuenta privilegiados, “amigos y familiares” de Adrià y Juli Soler, y después comenzaba la “primera fiesta que organiza El Bulli para El Bulli”, en la que a medianoche se tocaban las campanadas y comenzaba la andadura de El Bulli Foundation, el nuevo centro de creatividad culinaria con la firma Adrià.