Tardaremos mucho en olvidar las imágenes que estos días han invadido las redes sociales y los informativos de todas las cadenas. España ha vivido (está viviendo) uno de los peores desastres naturales que se recuerdan. La DANA (término que por desgracia ahora todos hemos aprendido que significa “Depresión Aislada en Niveles Altos”) ha asolado el levante español, cebándose con las provincias de Valencia y Albacete, fundamentalmente. Los fallecidos se cuentan por decenas (en el momento de escribir estas líneas ya superan la centena), así como el número de desaparecidos.
Ante esta situación, el país ha quedado paralizado.
Sin embargo, frente al denodado esfuerzo de todos los servicios públicos (bomberos, Protección Civil, policías, guardias civiles, etc.) que literalmente se han jugado la vida para salvar vidas y bienes, frente a ellos, nos encontramos con la lenidad de nuestros políticos y, fundamentalmente me refiero, la de nuestros parlamentarios nacionales.
Me estoy refiriendo al bochorno que se vivió ayer en el Congreso de los Diputados en el que, si bien a primera hora se tomó la sabia decisión de suspender la sesión de control al gobierno, pues solo faltaba haber tenido que oír los improperios pueriles y frases hechas que se lanzan mientras la gente se estaba jugando su vida, no ocurrió lo mismo con la sesión de la tarde, en la que se celebró el debate y la votación del proyecto de ley.
¿Y cuál era ese proyecto de Ley? El ciudadano bienintencionado (o más bien cándido a estas alturas de la fiesta), pensará que, con la mayor de las preocupaciones y plenamente conscientes del desastre natural que se estaba viniendo encima, nuestros abnegados diputados se habrían reunido para adoptar con toda urgencia las medidas necesarias para paliar, acometer o solventar las consecuencias de la DANA.
Pero no. Lo que ayer se votó (convalidó) fue la reforma tanto en la composición como en el nombramiento y retribución de los miembros del Consejo de Administración de RTVE, que ahora podrán repartirse entre los partidos. No es ninguna broma. Resulta sonrojante oír al Ministro del ramo, proponente de la norma, Oscar López, intervenir ante un pleno semivacío (PP y VOX se ausentaron) y defender la “urgencia” en su aprobación mientras que al mismo tiempo en el levante español se sufría uno de los mayores desastres que se recuerdan.
No nos merecemos unos políticos que gobiernen para su interés y a los que el afán desmedido de repartir cargos entre los afines o de acaparar puestos en las instituciones del Estado les importe más que el respeto al dolor de los propios que les han elegido.