La filóloga Rosa Navarro ha puesto "anzuelos" para que los niños piquen y se empapen de García Lorca, cuya muerte, dice, "estaba escrita" desde el mismo momento en que el poeta decidió volver a su pueblo granadino para celebrar, el 18 de agosto, su onomástica y la de su padre.
Navarro, catedrática de Literatura Española de la Edad de Oro de la Universidad de Barcelona, acaba de publicar "La vida y poesía de Federico García Lorca contada a los niños", segundo título de una colección lanzada por Edebé e inaugurada también por ella con Miguel Hernández, en el que trata de transmitir a los pequeños su "admiración" por el poeta de Fuente Vaqueros.
"No quiero ser explícita para no crearles traumas, pero tampoco quiero callar", dice la autora, quien asegura que se documentó profusamente sobre la vida y obra de García Lorca para hacer este libro, ante el convencimiento de que "sólo desde el profundo conocimiento se puede llegar a la sencillez".
Junto con el texto, las cuidadas ilustraciones de Jordi Vila ayudan a entender mejor la vida y obra del poeta, en las que se aprecia el profundo trabajo de investigación que el ilustrador ha realizado.
Entre los "guiños" que Navarro introduce en la obra destaca la importancia que ella, nacida en Figueras igual que Dalí, otorga a la amistad entre Lorca y el pintor ampurdanés, así como los juegos de Federico con los niños en la playa de Cadaqués, que la autora introduce como "anzuelos" para captar la atención de los niños.
La catedrática ha dado "muchas vueltas" sobre la forma de abordar la vida y la obra de García Lorca, aunque reconoce que a ella lo que le importa no es la vida de los escritores, sino su obra.
"La vida solo se justifica por una gran obra, aunque indudablemente la obra tiene influjo de lo que vas viviendo", dice, para señalar que en el libro ha destacado la parte de la vida del poeta que deja "mayor huella en su maravillosa obra", con el ánimo de que los niños se sientan tentados a leerla.
Así, Navarro no habla abiertamente de la homosexualidad del poeta y sí de sus amores, sin aclarar si eran masculinos o femeninos, y de la desazón que le ocasionaban, ante su convicción de que su propia condición de homosexual en una época tan "horrible" le hacía "mucho más vulnerable".
"Los niños tienen mucha memoria y una capacidad de absorción absoluta, por lo que reciben perfectamente estos mensajes tan sutiles", asegura la autora, quien ha querido poner su "granito de arena" al conocimiento de los grandes escritores españoles ante la "destrucción" de la enseñanza de la literatura en la educación.
Rosa Navarro, profesora en la Universidad desde hace 42 años, asegura que desde hace algunos años no puede "hablar de nada" a sus estudiantes porque no la entienden, situación que achaca al interés de los políticos "de uno y otro color" por "hacer sus proclamas en favor de la lengua, pero no se acuerdan de que una lengua sin una buena literatura es una lengua pobre".
En su opinión, sólo se puede lograr el "esplendor" de la lengua que los políticos buscan haciendo que los niños lean; "es la única manera de sembrar semillas para que en el futuro haya buenos escritores, no dando premios millonarios".
Entre las cosas que el libro trata de transmitir a los niños está precisamente esa: "todo buen escritor lee mucho", aunque también habla de su poesía "llena de música", de la innovación literaria que el poeta introduce y la constatación de que "aunque intenten machacarte, si tu obra es buena no podrán con ella, es inmortal".
El capítulo final, sobre el asesinato del poeta en su pueblo, reconoce que es, desde el principio, el que más le preocupaba, al no querer narrarlo de forma trágica para "no herir" a los niños, aunque reconoce que tampoco quería esconder la verdad: "lo asesinaron".
La de Lorca, en su opinión, no fue una muerte premeditada, sino "incontrolable", fruto de las "envidias" de sus vecinos "contra el señorito rico, rojo y famoso", contra un personaje que "lo tenía todo".
Como mensaje final, Navarro habla del "pozo oscuro" para la literatura mundial que su muerte dejó, y lamenta que su asesinato privara al mundo entero de futuras obras geniales, al encontrarse en su momento de "mayor plenitud".
La autora se muestra contraria a "remover odios" y "reabrir fosas", al considerar que "no aporta nada", por lo que insta a dejar descansar "en paz los huesos de la gente, porque la madre tierra nos acoge a todos por igual".