Era el elefante en la habitación. El asunto incómodo que parecía que nadie quería abordar. Todo el ruido que se generó en torno a ETA en las campañas locales y generales de 2023, e incluso en las gallegas de este año, se había convertido en silencio en la contienda electoral vasca.
Hasta que el martes el candidato de EH Bildu, Pello Otxandiano, eludió en una entrevista calificar de "terrorista" a ETA. Sus evasivas y circunloquios para evitar reconocer como terrorista a la banda introdujeron, a falta de tres jornadas de campaña, la cuestión de la memoria en el debate electoral.
Hasta el punto de sacar el asunto del ámbito vasco y provocar una dura reacción del Gobierno, que tachó estas palabras de "negacionismo", "cobardes" y un "absoluto desprecio" a las víctimas por parte de su socio parlamentario.
La memoria y la convivencia, tras décadas de terrorismo de ETA, ocupa su espacio en los programas electorales de todos los partidos, pero hasta esta recta final de la campaña prácticamente no había asomado en el debate público. Una situación bien diferente a la de las campañas del 'Que te vote Txapote' y a la de las municipales, cuando EH Bildu designó a condenados por asesinatos en sus listas electorales, hace solo un año.
Ya no constituye una preocupación
Trece años después del final de ETA, las heridas del terrorismo en Euskadi no han cicatrizado del todo, pero recordarlo no reporta votos, como se comprobó de nuevo este martes en el debate electoral de ETB, en el que solo la candidata de Vox, Amaia Martínez, afeó a Otxandiano sus palabras. El resto pasó de puntillas por la cuestión.
En el sondeo del CIS publicado el 1 de abril, justo antes de la campaña, el terrorismo de ETA figuraba en el puesto 39 de un largo listado de preocupaciones de los vascos, justo antes de "otras respuestas".
El olvido de los partidos parece conectar con el de gran parte de los votantes que, si se cumplen las últimas encuestas, podrían aupar a EH Bildu a ganar las elecciones vascas por primera vez, sin haber culminado el recorrido de deslegitimación del terrorismo de ETA que le reclaman el resto de formaciones políticas.
La tendencia electoral de los últimos años demuestra que el terrorismo ya no influye en el electorado como antaño. Mucho menos en el electorado joven, en el que EH Bildu se hace fuerte. Desde que ETA dejó de matar en 2011, alrededor de 220.000 jóvenes se han incorporado al cuerpo electoral vasco, algo más del 12 % del censo.
Otros 80.000 más nacidos en este siglo eran niños en los últimos estertores de ETA, una organización que tras los brutales años 2000 (23 asesinatos) y 2001 (15), mató a 18 personas entre 2002 y 2010, solo 6 de ellos en la Comunidad Autónoma Vasca.
Los "marcos de la derecha"
Aparte de Vox, ha sido el candidato del PSE-EE, Eneko Andueza, el que más veces ha aludido a esta cuestión, siempre al ser preguntado por posibles pactos con EH Bildu. Pese a los acuerdos vigentes con esta formación en Madrid, Andueza se ha mostrado tajante al asegurar no solo que no aupará a la izquierda abertzale al Gobierno Vasco, sino que tratará de "impedir" que gobierne debido a que no ha asumido su responsabilidad respecto al terrorismo de ETA.
El PNV, sin embargo, no ha aludido a esta materia en sus mitines, aunque sí al ser inquirido directamente en debates. Los jeltzales, tal vez por evitar que les reprochen asumir "los marcos de la derecha" y quedar alineados con PP y Vox, han eludido la cuestión en su pugna con EH Bildu, a la que han atacado por su modelo social y económico pero no por su pasado.
Incluso el PP ha mantenido un perfil bajo en este asunto, con una campaña centrada en problemas como la vivienda y la sanidad, aunque su secretaria general, Cuca Gamarra, y el candidato Javier de Andrés sí respondieron ayer a las palabras de Otxandiano, pero no tanto para arremeter contra EH Bildu, sino sobre todo contra el PSOE.
También EH Bildu, a diferencia de otras campañas, ha hecho un esfuerzo por alejarse de ETA. Apenas algún saludo de Arkaitz Rodríguez, el líder de Sortu, a los presos de ETA en un mitin, ninguna alusión del candidato Otxandiano.
La elección del propio candidato ya fue una declaración de intenciones. Un dirigente 'limpio' de responsabilidades antes de 2011, sin las mochilas que aún hoy arrastran otros portavoces más carismáticos. Y que encabeza listas limpias de condenados por asesinatos, a diferencia de lo ocurrido en las elecciones municipales y forales del pasado año.
Sin alusiones a la convivencia
En sus mitines, Otxandiano se centra en la gestión, la vivienda, la industria y la salud pública, fundamentalmente, sin alusión alguna a la materia de la convivencia tras el terrorismo.
La cuestión le ha asaltado siempre de la mano del periodismo, como esta misma semana, cuando ante los micrófonos de la Cadena Ser eludió definir a ETA como un grupo "terrorista". No es la primera vez que se le interpela por esta cuestión. En la anterior ocasión, en los prolegómenos de la campaña, la definió como "ciclo político".
EH Bildu ha ido tirando de manual para envolver el terrorismo de ETA entre "todas las violencias" y asegurar que lo de mentar a ETA en la campaña es aceptar el "marco de la derecha". Significa, según su visión, "embarrar" la campaña.
Expresiones que no representan ninguna novedad en su posición y discurso, toleradas cuando no aprobadas por la gran mayoría de sus electores y que, al menos hasta ahora, no han impedido a EH Bildu ensanchar su base electoral. El domingo se verá hasta qué punto.