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España

Las protestas populares acaban con 23 años de poder de Ben Alí en Túnez

El presidente Zine el Abidine Ben Alí abandonó el país junto a varios miembros de su familia política, especialmente odiada por los tunecinos.

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  • Vista de la capital tunecina. -
Un mes de protestas populares en las que han muerto 70 personas, según organizaciones de derechos humanos, acabaron finalmente este viernes con 23 años de poder en Túnez de Zine el Abidine Ben Alí, que abandonó el país junto a varios miembros de su familia política, especialmente odiada por los tunecinos.

Las sucesivas promesas de democratización y apertura realizadas por Ben Alí en los últimos días y semanas no sirvieron para aplacar la cólera de sus compatriotas, que convirtieron a uno de los países con más aparente calma social del Magreb en un barril de pólvora.

El primer ministro, Mohamed Ghanuchi, anunció en la televisión estatal, flanqueado por los presidentes de las dos cámaras parlamentarias, que asumía la presidencia interina y se comprometió a respetar la Constitución y restaurar la estabilidad del país.

Unas horas antes más de 8.000 manifestantes se habían concentrado ante la sede del Ministerio del Interior para demandar la salida del presidente en torno a un cartel con letras rojas que proclamaba "Ben Alí asesino".

Tras varias horas de indecisión, la Policía cargo con gases lacrimógenos y porras contra los manifestantes lo que provocó que se multiplicarán los enfrentamientos y los disturbios en varias zonas de la capital.

Las protestas se recrudecieron también este viernes en muchas otras regiones del país, pese a que Ben Alí había anunciado la noche anterior un "profundo y completo" cambio político y que no se presentaría a las próximas elecciones presidenciales de 2014.

Miles de personas salieron a las calles en la capital de la cuenca minera de Gafsa, en Kaserín, Tela y Sidi Bouzid, en el centro oeste del país, donde las manifestaciones desembocaron igualmente en incidentes violentos.

En Kairauan, la ciudad santa tunecina, se produjeron numerosos disturbios con decenas de coches quemados y comercios saqueados, al igual que en El Kef, en el suroeste del país.

Fuentes hospitalarias informaron a EFE de que sólo en los disturbios de anoche en la capital, tras la promesa de Ben Alí de que la Policía no dispararía contra los manifestantes, 13 cuerpos sin vida y cerca de 50 heridos habían ingresado en los centros sanitarios de la capital, varios de ellos por disparos de bala.

En un último intento de calmar las protestas el presidente anunció a primeras horas de la tarde la destitución de todo el Gobierno y la convocatoria de elecciones legislativas anticipadas en un plazo de 6 meses.

Poco después el Gobierno decretaba el estado de excepción en todo el país con un toque de queda desde las 17.00 hasta las 06.00 horas locales, prohibía cualquier concentración en la vía pública y autorizaba a la Policía y al Ejército a disparar contra toda persona sospechosa que no obedeciera sus órdenes.

El Ejército tomó el control del aeropuerto y el espacio aéreo del país quedó cerrado.

Eran los últimos pasos antes de que a las 18.42 horas locales (17.42 GMT) se anunciara la salida del país de Ben Alí, junto a su mujer Leila Trebelsi y varios de los poderosos miembros del clan de su familia política, a quienes la oposición acusa de haber vaciado las arcas del Estado.

Pocos tunecinos que le aplaudieron el 7 de noviembre de 1986, cuando derrocó al primer presidente del país, Habib Burguiba, imaginaban que su régimen acabara de esa manera.

"Conforme al artículo 56 de la Constitución y en vista de la dificultad del presidente para asegurar la gobernabilidad del país, asumo a partir de este momento el cargo de presidente interino", dijo Ghanuchi e hizo un llamamiento a los tunecinos "de todas las sensibilidades políticas a demostrar su patriotismo y unidad".

El hasta ahora primer ministro se comprometió a "poner en marcha todas las reformas sociales y políticas que han sido anunciadas en colaboración con los partidos políticos y los actores de la sociedad civil".

Entre esas medidas anunciadas figura el adelanto de las elecciones legislativas, aunque Ghanuchi no hizo ninguna referencia en su intervención a convocatorias electorales.

El nuevo presidente interino goza de una relativa buena reputación en el país como tecnócrata y no se ha visto involucrado en los casos de corrupción del régimen.

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