El club de Anfield sale al mercado. Su precio de salida: 5.000 millones de euros. Fenway Sport Group lo compró en 2010 por sólo 330 millones
El club de Anfield sale al mercado. Su precio de salida: 5.000 millones de euros. Fenway Sport Group lo compró en 2010 por sólo 330 millones. United y City se distancian económicamente de los 'reds'. El fichaje de Haaland marcó diferencias. Klopp vería con recelo la entrada en el accionariado de inversores inadecuados.
El Chelsea, el último gran club que ha cambiado de manos en Inglaterra, se vendió por 4.250 millones de libras (4.900 millones de euros) al magnate estadounidense Todd Boehly. Las astronómicas cifras de la operación, junto al crecimiento de clubes externos al 'Big Six', la depreciación de la libra y el desgaste de un proyecto que cumple ya más de una década, ha llevado a Fenway Sports Group (FSG, por sus siglas en inglés) a sopesar vender el Liverpool.
Hasta ahora, la compra del equipo ha sido una operación muy jugosa para este grupo empresarial que también dirige a los Boston Red Sox en la MLB, que tiene participaciones en los Pittsburgh Penguins de la NHL y que controla diversos medios de comunicación. FSG compró el Liverpool en 2010 por apenas 300 millones de libras (330 millones de euros).
Una miseria en comparación a los precios que se manejan ahora, sobre todo si se tiene en cuenta que lo que hay en venta es un activo que ha llegado a tres de las últimas finales de Liga de Campeones y que ha ganado su primera Premier League en treinta años, además de que la temporada pasada alcanzó las dos finales de copa domésticas.
¿Qué ha empujado a FSG a vender, si el negocio va bien? El incierto futuro. Los 'Reds' comienzan a ver por el retrovisor a equipos que no entraban en los planes como rivales. Es el caso del Newcastle United, el club más rico del mundo desde que entró la inversión saudí y que ya esta temporada está peleando por los puestos de Champions. En una liga con mínimo siete candidatos a cuatro plazas, quedarse fuera de la máxima competición continental es un golpe económico que amenaza a Liverpool como ya amenazó en el pasado a Arsenal (cinco años sin pisar la Champions) y Manchester United, que disputa esta campaña la Liga Europa.
La incertidumbre de ver los ingresos reducidos si el aspecto deportivo se deteriora es una de las razones, pero hay más. Su principal rival en el último lustro, el Manchester City, le saca una ventaja sideral en el tema económico. Esta semana, sin ir más lejos, anunció unos ingresos récord de 700 millones de euros. Esa ventaja se traslada al terreno de juego, con fichajes como el de Erling Haaland el pasado verano. Una incorporación que marca diferencias.
La clave para mantenerse competitivos, pese a la desventaja económico con City y United, que han gastado mucho más, ha residido en el departamento de fichajes y en Klopp, pero esto cambió con la salida de Michael Edwards este verano. El ya ex director deportivo de los 'Reds' se encargó de supervisar las incorporaciones desde 2016, es decir, prácticamente durante toda la época Klopp. Su salida solo añade incertidumbre al futuro.
También está la depreciación de la libra, que hace más atractiva la inversión extranjera. Porque, claro, ¿de dónde vendrá el interés para hacerse con el Liverpool? Principalmente de Estados Unidos, un mercado que ya aglutina la posesión de más de la mitad de equipos de la Premier.
Quién compre el Liverpool es un tema deportivo importante también, porque Klopp no estará dispuesto a permitir que cualquier régimen entre a dirigir su club. Cuando Arabia Saudí compró el Newcastle, Klopp fue el primero en cuestionar el dudoso respeto por los derechos humanos en este país. No parece factible que el alemán acepte a cualquier dueño.
A las razones de FSG se añade también la fallida Superliga, por la que el grupo apostó cuando introdujo al Liverpool entre los seis clubes ingleses que se presentaron como fundadores de la competición. John Henry, dueño del club, tuvo que pedir disculpas y dar marcha atrás al proyecto.
Pero vender no es la única solución, FSG también podría desprenderse solo de una parte de su accionariado. Una iniciativa que aumentaría el poder adquisitivo del grupo, como ya hizo en marzo, cuando una firma de inversión privada adquirió el 11 % de FSG por unos 600 millones de euros.