Hay cosas que no haría nunca, como tener como objetivo hacerle daño a los demás, escribir algo que nadie fuera a leer, privarme de pasear por Algeciras o pasar un maravilloso día de viento en Tarifa, no tener amigos que me defrauden y otros que me ilusionen, no perder excesivo tiempo en concretar los detalles y olvidar lo esencial.
No es necesario ir en busca de apoyos y debemos ser capaces de salir por nuestros propios medios y nuestra capacidad intuitiva de las encrucijadas en las que solemos meternos. Aprendemos trabajando, entre la desenvoltura y la reflexión, sin entrar en provocaciones ni salirnos de quicio.
Entre fantoches, fanfarrias y fantasmas hay cosas que no haría nunca, ser un aprovechado y un vampiro de las ideas y proyectos de los demás, quedarme en lo efímero y en los garabatos en lugar de intentar adentrarme en lo profundo y la estética del ser.
No desanimarme y procurar levantarme ante las dificultades y superarlo. Aunque ejerza la ternura y la dulzura he aprendido a decir que NO, en las situaciones más difíciles y complicadas. Decir que SI siempre, es algo que practican los débiles, aunque con gran torpeza.
Cuando nuestros argumentos son claros y contundentes, no necesitamos efectos especiales y podemos disfrutar de los vínculos estimulantes y superar los decepcionantes. A veces, lo que nos preocupa solo existe en nuestras cabezas pero no en la realidad.
Vamos descubriendo, entre abusos y generosidades, caricias y consuelos, que todo ha de ser en su justa medida, ya que los excesos se pagan y que vivir la VIDA con mayúsculas no tiene por qué ser un espectáculo, aunque a veces nos lo parezca.
Nuestro optimismo nos ayuda a avanzar, mientras que el pesimismo nos paraliza. Si aprendemos a sobrevolar por encima de nuestras preocupaciones, tendremos una mayor perspectiva de las cosas y de las situaciones y de la importancia que debemos darle en cada momento.
Jamás querría encontrar las claves de lo que ocurre en mi entorno, sin hacerme preguntas, sobre cuál es mi responsabilidad y de qué forma influyo en lo que sucede y no desplazar inmediatamente el foco y culpabilizar a los demás, colocando luces rojas y verdes a nuestro antojo.
Creo que no debemos dejarnos atrapar por lo que anula nuestra voluntad y nos convierte en unos títeres, por quienes nos hablan desde el balcón de la soberbia y la suficiencia, sin respetarnos en nuestra dignidad, y creyéndonos idiotas.
Debemos confiar en nosotros, en la excelencia de nuestros esfuerzos y dejar de lado las inseguridades que algunos nos quierenprovocar, dudando de nuestras aptitudes y actitudes para lograr los objetivos que nos hemos propuesto.
A veces buscamos en tierras remotas o paraísos perdidos, aquello que está a nuestro lado, en paisajes y personajes, y en esa exploración lo que nunca debemos hacer es pretender encontrar la rareza en lugar de recrearnos en la sencillez.
Lo que procuro no hacer nunca es mirar el mundo, solo con mis ojos, magnificar lo que creo conocer, interpretar la realidad con un solo criterio, o emplear un solo color para pintar el cuadro de mis vivencias. O transitar siempre por las mismas calles de los pueblos o ciudades a los que voy, olvidándome de los rincones con encanto que suelen pasar desapercibidos a primera vista o admirar de veras aquello que nos provoca conmoción.