Alba Carballal era una arquitecta con un proyecto de novela en la cabeza cuando recaló en la Fundación para Jóvenes Creadores de Antonio Gala, donde pulió "Tres maneras de inducir un coma" (Seix Barral), narración con aliento "mendoziano" ambientada en un Madrid a punto de gentrificación.
Carballal está estos días presentando la novela, hoy lo hace en Madrid, aunque, por decisión propia, el primer sitio donde lo ha hecho ha sido en la Fundación Antonio Gala, la casa para jóvenes creadores que el literato tiene en Córdoba y adonde recaló esta joven hace dos años.
Hoy llega con un libro debajo del brazo, en cuya solapa se puede leer: "Es estimulante descubrir una voz tan solvente como la de Alba Carballal". El halago, casi una bendición, proviene del novelista Eduardo Mendoza.
"Ese día casi infarto. Cuando mi editora me mandó sus palabras, para mí fue un shock, porque ha sido un referente durante muchos años. Como lectora me ha dado muchísimos momentos de felicidad", explica a Efe Carballal, que reconoce que la literatura ácida y pícara de Eduardo Mendoza sobrevuela su novela, al igual que el espíritu del protagonista de "La conjunta de los necios", de John Kennedy Toole.
Entre el detective sin nombre e Ignatius Reilly ubica la escritora a Federico, una personaje cuarentón, en paro, y que, lejos de envalentonarse, prefiere abrazar el conformismo y "se deja llevar un poco por la vida", que lo acaba abocando a una intriga detectivesca planteada en una ciudad, el Madrid actual, que es casi un personaje más.
"En esta novela se exploran mucho los desastres de la crisis económica. Especialmente en aquellos que tienen cuarenta y tantos años y que están en una situación terrible. Porque casi todos han podido disfrutar de un trabajo estable y bien pagado, y luego muchos de ellos han perdido esa posición", reflexiona Carballal, que ha decidido dar voz a un personaje bastante mayor que ella por un motivo concreto.
Ha precisado que la historia le pedía acudir a alguien que estuviera "absolutamente desencantado" con la vida, y eso se lo daba, a su juicio, "llevar unos años en el barro".
Reconoce que, quizá con cierta "ingenuidad", los jóvenes de su generación "siguen en la brecha intentando salir adelante" a pesar de la "realidad tozuda" que les ha tocado vivir.
Una de las armas para luchar precisamente contra la realidad es el humor, el esqueleto que vertebra 'Tres maneras de inducir el coma', y el rasgo que también han reseñado de la escritora Antonio Muñoz Molina o Darío Adanti.
"Yo creo que el humor, esto lo dice Mendicuti, es una trinchera. Una trinchera desde la cual enfrentarse al mundo. Y es una manera también de estar en el mundo. El humor es una forma de resistencia, en el fondo", sostiene Carballal, que apunta, no sin cierta sorna, que "la literatura es una manera de entrar en coma, porque es un oficio precario, difícil, extraño y muy solitario".
Y, entre el humor y la literatura, la arquitectura, su formación y otro de los rasgos más definidos de la novela, que está estrechamente vinculada a sus vivencias en el Madrid de los récords turísticos.
"Madrid es una ciudad muy sexy, con muchos contrastes", remarca la escritora, que no se olvida en el libro de señalar la parte fea de la ciudad, la sombra de la gentrificación y la expulsión de la gente de sus barrios, otra realidad "tozuda", otra más, y que requiere un pequeño toque de desfibrilador, para despertar de la burbuja del turismo.
Córdoba
La novela "mendoziana" escrita en casa de Antonio Gala
Donde pulió "Tres maneras de inducir un coma", narración con aliento "mendoziano" ambientada en un Madrid a punto de gentrificación
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