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El Ayuntamiento de San Roque encarga la fumigación de colegios y calles

Contra la oruga procesionaria del pino

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  • Labores de fumigación -

Una empresa contratada por el Ayuntamiento (Plagasur) está procediendo desde hace un par de semanas a la fumigación de los pinos ubicados en los colegios y en distintas calles y plazas de todo el municipio, para erradicar la oruga procesionaria.

El objetivo es minimizar los daños producidos por la oruga procesionaria, que no sólo daña a las plantas sino que su cuerpo está cubierto por unos filamentos urticantes que afectan a la piel humana tanto por el contacto directo con el animal como al desprenderse del insecto y ser diseminados por el viento.

Las condiciones climáticas de este año han favorecido que la oruga apareciera más pronto de lo previsto y, también, que sea más difícil erradicar esta oruga. Ante esta realidad y, en especial, porque afecta a varios colegios, se inicia un plan de choque para erradicarlas, en el que están implicadas las delegaciones de Obras y Servicios, Educación, Salud, Urbanismo, Medioambiente y la empresa adjudicataria de los trabajos fitosanitarios.

Así, los viernes se está realizando en al menos tres colegios del municipio una actuación de urgencia, consistente en podar y fumigar las copas más altas de los pinos, donde puede que haya todavía nidos activos. También se están adoptando otras medidas, como la tala de árboles o la entresaca de los pinos.

Para evitar problemas a los alumnos, estas labores se están realizando en viernes por la tarde, de manera que pasaran 48 horas hasta la vuelta a las clases, aunque oficialmente el plazo de seguridad es de 12 horas para fumigaciones al aire libre.

Además, se están fumigando, plazas, parques y calles en las que existen pinos, tanto en el casco de San Roque como en las barriadas.

Este proceso se debe realizar en varias ocasiones (dos o tres) en cada uno de los puntos en los que existen orugas, hasta su total erradicación.

La oruga procesionaria no sólo daña a los pinos, sino que su cuerpo está cubierto por unos filamentos urticantes que afectan a la piel humana tanto por el contacto directo con el animal como al desprenderse del insecto y ser diseminados por el viento. En varias ocasiones las irritaciones han persistido incluso después de acabar con las orugas, porque sus cerdas seguían flotando en el aire.

 

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