La polémica del cambio de nombre del Estadio Municipal Ramón de Carranza ha saltado a las redes. Ayer anunciaban desde el Consistorio la apertura del plazo para enviar las propuestas de nombres en un período de 15 días que concluirá el próximo 10 de agosto. Los comentarios no han dejado de sucederse desde entonces, algunos a favor pero una gran mayoría en contra del cambio.
Algunos de los usuarios incluso se preguntan el motivo por el que el Ayuntamiento gaditano ha decidido llevar a cabo este procedimiento. Los hay que incluso atribuyen a Podemos la iniciativa, desconocedores de que el alcalde de la ciudad, José María González, ya no milita bajo la formación morada.
Sin embargo, no todos manifiestan conocer realmente las causas que originan la decisión. Y es que no es una elección arbitraria del equipo de gobierno si no el cumplimiento de la Ley 52/2007 de 2007, la conocida Ley de Memoria Histórica. Según el artículo 15 de dicha ley, “las Administraciones públicas, en el ejercicio de sus competencias, tomarán las medidas oportunas para la retirada de escudos, insignias, placas y otros objetos o menciones conmemorativas de exaltación, personal o colectiva, de la sublevación militar, de la Guerra Civil y de la represión de la Dictadura”.
Cumplir una ley nunca fue tan polémico. Una vertiente muy extendida entre los comentarios volcados en Facebook y Twitter es la de eliminar del nombre “Ramón”, dejando tan sólo “Estadio Carranza”. Esta es por ejemplo la postura del club amarillo, que ha decidido abandonar la comisión creada por el Ayuntamiento para la elección de las propuestas.
Otro de los defensores de esta solución es el ex chirigotero José Guerrero ‘Yuyu’, quien asegura que “Hay muchas (soluciones). Pero no quieren ninguna. Están empeñados en borrar cualquier alusión a Carranza. Hay formas de cumplir con la memoria histórica y mantener el nombre de Carranza a secas”. Por su parte, el escritor y recientemente nombrado Responsable del Área de Cultura en el Ayuntamiento de Chiclana, Juan José Téllez, también se muestra a favor de conservarlo. “Para mí, la familia Carranza, salvo excepciones, contribuyó desde distintos poderes a preservar los intereses de la oligarquía frente al pueblo de Cádiz. Expropiarles el apellido y entregarlo a la afición es justicia poética. Nuevo Carranza estaría bien. Sobre todo, si se explica”.
Desde el propio ámbito deportivo, el técnico, ex jugador y ex entrenador del Cádiz C.F., José González, ha asegurado que “el Ayuntamiento olvida que es un sentimiento. Un gaditano siente diferente el estadio a un cadista. Olvidar en la comisión a Veteranos del Cádiz C.F., Canteranos del Cádiz C.F., periodistas deportivos y mayor presencia de Peñas es no saber que debaten un sentir”. Además pide al equipo de gobierno que rectifique.
Otros ciudadanos que han vertido sus opiniones en las redes defienden que sea cuál sea el cambio la gente seguirá llamándole Carranza. Algo habitual en una ciudad donde se le sigue llamando ‘plaza de toros’ a la plaza de Asdrúbal cuarenta y cuatro años después de que desapareciera la instalación de esta ubicación.
Un poco de historia
Desde el propio gobierno local, el concejal de Memoria Democrática, Martín Vila, ya ha expresado en varias ocasiones que el nombre de Carranza, aun obviando el nombre propio, no es una opción. Cabe recordar, o aprender para aquellos que desconocen la historia, quién fue Ramón de Carranza. “José de Mora-Figueroa en su ‘Datos para la Historia de la Falange gaditana’, lo indica bien claro: Carranza es un claro partícipe del golpe de Estado del 18 de julio de 1936”, señala el historiador Santiago Moreno.
“Semanas antes de la sublevación se encontraba preparándola con Sanjurjo, jefe militar de la misma, en Portugal. El domingo 19 de julio Cádiz cayó en manos golpistas y Ramón llegó en avioneta desde Sevilla el 26, una vez la ciudad estaba totalmente tomada. Arrancaba entonces su segunda alcaldía, impuesta por la fuerza de las armas y que va a destacar por su total adhesión a los militares franquistas, así como a ejecutar los planes de represión”, añade. “Durante los meses de verano, otoño e invierno de 1936 se dan las peores cifras en Cádiz de personas encarceladas, asesinadas o simplemente desaparecidas. Siendo el máximo representante de la alcaldía Ramón Carranza”, expone el historiador.